Una Teología Decolonial Puertorriqueña – 3

 In Caminando en Justicia, Historias, Política y Justicia Económica, Teología y Cultura

La esperanza de un pueblo es vital para el corazón de su gente. Tener esperanza es lo que mantiene a un pueblo vivo y en la búsqueda de cambiar su condición actual, para encontrarse con un futuro mejor. Sin ella no hay motivación para luchar, ni bienestar qué procurar. En medio de esa búsqueda, que nos llama a la acción, el esfuerzo y sacrificio son indispensables. Una mejor patria es construida en unión y valentía por sus propios miembros. Pero ¿qué sucede cuando nuestra labor no es suficiente para convertir el anhelado futuro en presente? ¿Qué ocurre cuando la esperanza está muy lejos de ser realidad? Probablemente la desilusión y el desánimo han de predominar, creando en nosotrxs una ilusión inalcanzable. Este sentimiento doloroso puede ser verdad para muchxs puertorriqueñxs que añoran con ver progresar su isla caribeña. Sin embargo, es necesario reconocer que la jornada de lxs borinqueñxs no ha culminado y que a pesar de la lucha y el dolor actual es posible reconstruir un país basado en la promesa y justicia de Dios.

El pasado tres de noviembre, en Puerto Rico se llevaron a cabo las elecciones para una nueva candidatura hacia la gobernación. De acuerdo con la Comisión Estatal de Elecciones, el Partido Nuevo Progresista (mejor conocido como PNP) obtuvo un 33% de los votos, colocándose victorioso sobre el resto de lxs candidatxs.[1] Para muchxs esto fue una gran decepción ya que este partido se ha destacado por su corrupción e incapacidad de solucionar los problemas del país. En los últimos cuatro años, el PNP ha sido responsable de numerosas incompetencias que han afectado a muchas familias. Como, por ejemplo, el ex-gobernador Ricardo Rosello junto con el PNP, han sido los protagonistas del cierre de más de 100 escuelas.[2] Esto ha creado una crisis en el sistema de educación, y como consecuencia de estas decisiones, familias han tenido que emigrar a los EE.UU. para obtener una mejor educación y un mejor estilo de vida. La falta de capacidad del PNP también se dió a conocer después del huracán María, cuando más de 4,645 puertorriqueños fallecieron por falta de primeros auxilios y recursos médicos.[3] La indignación del pueblo puertorriqueño empeoró aún más cuando 10 meses después se descubrieron más de nueve contenedores olvidados llenos de suministros donados a las víctimas afectadas por el huracán María.[4] Y por si fuera poco, muchxs políticxs del Partido Nuevo Progresista son sospechosos de haber robado dinero a través de contratos privados que solo beneficiaron sus intereses e ignoraron las necesidades del pueblo. Es en este estado de decepción que la teóloga Teresa Delgado nos invita a reflexionar en las siguientes preguntas: ¿Que forma parte de tu esperanza para que haya un cambio óptimo en tu pueblo? Y ¿En qué basas esa esperanza? En la segunda parte de este artículo, Una Teología Decolonial Puertorriqueña – 2, hablamos sobre la salvación de Dios para el pueblo que sufre. Entendimos que Dios, a través de su liberación, halla justicia para aquellxs que son oprimidxs en sus comunidades. En este último ensayo nos enfocaremos en que la esperanza de un pueblo no se define por las dificultades del presente, sino por una escatología prometida por Dios llena de amor y justicia.

La Dr. Delgado aprovecha las novelas de la escritora Rosario Ferrer para ofrecer una perspectiva optimista sobre el destino de la isla borinqueña. En una de sus novelas, Eccentric Neighborhoods, Ferrer mezcla la realidad con la ficción para describir tanto los retos como las posibilidades que existen entre las familias Rivas de Santillana y Vernet. La familia Rivas de Santillana eran campesinxs, dueñxs de una plantación de azúcar donde siempre mostraban una conexión profunda con sus tierras y naturaleza. Los Rivas de Santillana encontraban belleza en la simplicidad de la vida cotidiana. En el barrio de Emajaguas eran admirados por su espíritu de autosuficiencia y los conocían por su favoritismo político que reflejaba la independencia de su país. Por otro lado, estaba la familia Vernet que había hecho su fortuna en la industria del cemento. Los Vernet tenían buena relación con los EE.UU. ya que había muchos negocios comprometidos. Su empresa de cemento estaba localizada en el sector La Concordia, donde a muy pocos les importaba la vida agrícola, y se enfocaban en el crecimiento industrial de la isla. Estas dos familias se entrelazan en Elvira, la hija del matrimonio de Clarissa Rivas de Santillana y Aurelio Vernet. La vida de Elvira se complica ya que es la heredera de estos dos mundos opuestos. Por un lado tiene la influencia maternal de los Rivas de Santillana del barrio Emajaguas que simbolizan la belleza y cultura Taína y por otro lado tiene la influencia paternal de los Vernet del vecindario La Concordia que simbolizan la tradición Española. La teóloga Delgado explica que el personaje de Elvira refleja los conflictos internos y externos de Puerto Rico:

“La reconciliación que Elvira intenta negociar dentro de sí misma es paralela a los dualismos en el conflicto en y alrededor de ella: cemento versus rosas, estadidad versus independencia, padre versus madre, protestante versus católica, Estados Unidos versus Puerto Rico, etc. Ella desea desesperadamente ser una persona independiente y que se enfrenta a la realidad de que dicha independencia debe tener un alto precio.”[5]

Esta foto muestra perfectamente el conflicto interno de Elvira que Delgado analiza. Lo colonial vs. lo indígena, el imperio vs. la isla, etc. Este tipo de imágenes están vivas y presentes en la conciencia puertorriqueña.

En relación a las literaturas de Ferrer, Delgado utiliza la escatología para reafirmar en fe la esperanza de un pueblo que ansiosamente sueña que un mejor mañana llegará. Dentro de la escatología aprendemos que por medio de la justicia de Dios, el destino del ser humano es digno de liberación, redención y salvación. Delgado una vez más aplica las herramientas del antropólogo Christopher Morse para entender la relación entre Dios y el destino del ser humano. Morse categoriza las siguientes etapas: (1) en juicio por la esperanza, (2) la nube que viene, (3) el fuego del infierno y la condenación, y (4) mirando hacia adelante-resurrección del cuerpo y del mundo.

La primera etapa está relacionada con las palabras dichas por Pablo en Hechos 26:6 cuando dice, “…por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres soy llamado a juicio.”[6] Pablo nos invita a confiar en nuestro futuro a pesar de lo que suceda en nuestro presente. La segunda etapa está conectada con la lectura de Lucas 21:26-27, “desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrá en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas. Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.”[7] Aunque existen un sin número de interpretaciones sobre estos versículos en específico, Delgado y Morse nos exhortan a que leamos este acontecimiento con más optimismo y esperanza. Tendemos a leer “el final del mundo” con mucha tragedia, sin embargo, si estamos en juicio por la esperanza, podemos confiar que en medio de las tribulaciones y terrores del presente, Dios reinará en lo alto. En la tercera etapa, somos recordados de la controversia que existe entre muchas denominaciones sobre aquellxs que serán ‘escogidxs’ y aquellxs que serán ‘rechazadxs’. Morse nos anima a recordar el gran mensaje del evangelio y es que todxs tenemos el mismo acceso al amor y gracia de Dios no importando las condiciones en que nos encontramos. Por cuanto todxs pecamos, todxs somos destituidxs de la gloria de Dios. Delgado lo pone en las siguientes palabras, “la solidaridad humana en el pecado es también solidaridad en la gracia.”[8] Por último, en la cuarta etapa, comprendemos que Dios promete vida después de la muerte. Dicha resurrección y reconciliación no sólo es individual, sino también comunal.

Delgado finaliza nuevamente su teología decolonial utilizando la vida del personaje bíblico de Raquel como ejemplo para entender la identidad, lucha y esperanza de lxs puertorriqueñxs. Delgado reafirma que “A través de los hijos de Raquel, se restaura el pacto de Dios con el pueblo de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento se mitiga solo a través de la esperanza para el futuro encarnada en los niños a quienes Rachel dio a luz”[9] y de la misma forma lxs puertorriqueñxs pueden recordar que, “Solo Dios puede traer gozo en medio de este increíble dolor; solo Dios puede traer vida en medio de la muerte.”[10]

PARTE 2 AQUÍ

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[1] Por lo que nos une Vota, https://elecciones2020.ceepur.org/Noche_del_Evento_92/index.html#es/default/GOBERNADOR_Resumen.xml, Accedido 12/22/20.

[2] Patricia Mazzei, “Puerto Rico’s Schools Are in Tumult, and Not Just Because of Hurricane Maria”, https://www.nytimes.com/2018/06/01/us/puerto-rico-school-closings.html. Accedido 09/27/2019.

[3] Caroline O. Buckee, “Mortality in Puerto Rico after Hurricane Maria”,

https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMsa1803972. Accedido 09/03/2019.

[4] Encuentran vagones con suministros dañados en Puerto Rico, https://www.telemundo51.com/noticias/local/encuentran-vagones-con-suministros-danados-en-puerto-rico/168326/. Accedido 12/23/20.

[5] Teresa Delgado, “A Puerto Rican Decolonial Theology: Prophesy Freedom”, (Nashville, TN: Palgrave Macmillan, 2017), 154.

[6] Hechos 26:6

[7] Lucas 21: 26-27

[8] Delgado, “A Puerto Rican Decolonial Theology: Prophesy Freedom”, 162.

[9] Delgado, 166.

[10] Delgado, 166.

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