Teología y justicia económica: un desafío urgente, ético y profético

 In Política y Justicia Económica

La teología de la liberación en el contexto económico y social de América Latina y el Caribe –como luego en América del Norte- intentó desde sus comienzos – aunque no de manera sistemática- una mirada teológica crítica de la economía.

Uno de los pioneros en esta tarea fue Franz J. Hinkelammert, que desde Costa Rica iluminó esta relación entre economía y teología. De hecho, fue una de las preocupaciones centrales de él y de otros compañeros, con los cuales trabajó desde 1976 en el D.E.I (Depto Ecuménico de Investigaciones). Su tesis inicial es que, cualquier teología de la liberación tiene que desarrollarse en la discusión teórica de la relación economía y teología. Una de sus síntesis más claras la encontramos bajo el título “Teología y economía:  o la irracionalidad de lo racionalizado”. Plantea desde la discusión filosófica y técnica que la ideología del mercado total – que se presenta como racional- promovida por el neoliberalismo es idolátrica, irracional y generadora de muerte y exclusión.[1]

Aportes más recientes los encontramos en la Revista de Teología ecuménica Concilium 357 Septiembre 2014, titulado CRISTIANISMO, CONSUMISMO Y MERCADO. Los cuatro primeros artículos de este número indagan en las fuentes bíblicas y de la tradición para ayudar a arrojar luz sobre los problemas que la cultura del consumidor y el mercado nos plantean actualmente. El teólogo metodista argentino Néstor Míguez presenta una crítica del mercado omnipotente actual y lo compara con elementos económicos y culturales de la Biblia. Míguez analiza el comportamiento de Jesús con los mercaderes del Templo y la ofrenda de la viuda, y saca las implicaciones de estos relatos. La plaza del mercado es el lugar en el que se intercambian bienes, pero también, como en el caso de Pablo, es un lugar en el que se encuentran las personas. Estos encuentros pueden ampliar la distancia entre la gente y conducir a la violencia cuando el objetivo principal es el beneficio. Cuando el mercado se absolutiza, se convierte en un ídolo y amenaza las relaciones humanas de unos con otros y con Dios.

En una línea semejante, el teólogo y activista metodista alemán-estadounidense Joerg Rieger, en su artículo: “¿Por qué el consumismo no es el problema? La religión y el trabajo remodelan el deseo desde abajo hacia arriba” … retoma los deseos del consumidor y sostiene que no son tanto nuestras necesidades humanas las que buscan satisfacerse cada vez con más y más «cosas», sino, más bien, el «imperativo económico de la producción creciente de bienes… simplemente para obtener más beneficios». Rieger sugiere que las tradiciones religiosas tienen que desarrollar modos de ayudar a la gente a resistirse a los deseos (innecesarios). Recurre a algunos relatos bíblicos en los que aparecen trabajadores, como el de Moisés y la condición de esclavitud en Egipto, y a las numerosas parábolas que Jesús saca de las actividades cotidianas de los obreros. En aquellas situaciones donde las condiciones se hacen insoportables, la visión de realidades alternativas puede emerger «desde la otra cara en la que… Dios mismo trabaja solidariamente con las personas».

Además de estos aportes, también mencionamos a Jung Mo Sung,[2] En su libro Deseo, mercado y religión (Sal Terrae, Santander. 1999) afirma que la teología cristiana tiene en su entraña saberes acumulados que son útiles para desenmascarar las formas perversas en que el Neoliberalismo relaciona entre sí deseo, mercado y religión. Si el misterio de la religión es el misterio del deseo, y éste se revela como poder, el poder del mercado se transforma en la nueva religión. El lugar del deseo es asumido por la ilusión de que el poder es capaz de producir lo que el corazón desea. Los profetas denunciaron esta ilusión y le dieron el nombre de idolatría.

Como plantea Míguez, esta “mano invisible del mercado” que seduce con su invitación al consumo se hace discurso amenazante y declaración de guerra donde no logra imponerse sobre las otras voces, cuando se le quiere poner límite a su pretensión de totalidad. La mano invisible del mercado se hace visible empuñando armas cuando los pueblos se resisten a su imposición totalizadora. Es justamente esa pretensión totalizadora, que se autoproclama como sistema único y sin límites, lo que la teología latinoamericana ha señalado, desde otra perspectiva, como el principal pecado de la actual concepción neoliberal del mercado: su endiosamiento.[3]

Para Míguez, el locus teológico de la idolatría como la falacia en que el ser humano termina adorando y dando poder autónomo, hasta sacrificar la vida de sus semejantes, a una creación de sus propias manos, es lo que constituye al mercado como un ídolo sacrificial, que consume la vida de los humildes. El daño a la creación toda, trasladando los recursos públicos al ámbito privado, y proponiendo un consumo ilimitado, desde la cautividad del deseo, y la formación de una subjetividad colonizada, son otras de las consecuencias de la concepción de mercado libre, mercado total.[4]

Vale citarlo ampliamente: “Bajo un discurso que proclama la libertad, propone el peor de los sometimientos: la captura de la vida por la ambición acumuladora de los poderosos; es la raíz de todos los males (1 Tim 6,10). El mercado, como espacio de intercambio, de encuentro, de expresión de las propias capacidades y productividad, incluso como lugar de confrontación, es parte de la vida humana. Pero cuando se absolutiza, cuando se muestra en su faz de exacción y de violencia, cuando encubre relaciones de poder que someten al más vulnerable, cuando pone a los seres humanos, sus cuerpos y sus deseos como parte de su mercancía en oferta (Ap 18,10-14), se vuelve en contra del ser humano y de su creador.”

Tremendo desafío para la teología encarnada y para los que queremos seguir tras las huellas de Jesús y no arrodillarnos al dios mercado.

Seguiremos con este tema, en próximos aportes!!!!!

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[1]              Ver Franz J. Hinkelammert, en Por una sociedad donde quepan todos, Jose Duque Editor, (CETELA-DEI, San José, 1996), p.53ss

[2]              Coreano de nacimiento, que vive en Brasil desde 1966, es doctor en Ciencias de la Religión, profesor de la Univ Metodista de Sao Paulo y especialista en la relación entre teología y economía. Es autor de numerosos  artículos y ha escrito, entre otros libros, Dios en una economía sin corazón y Teología y economía: repensando la teología de la liberación y las utopías.

[3]              Ver N. Míguez, EL mercado en perspectiva Bíblica, en Concilium 357,2014, VD, Navarra, España..  Ver, entre otros, F. Hinkelammert y H. Assmann, A idolatria do Mercado. Ensaio sobre Economia y Teologia, Vozes, São Paulo 1989; J. M. Sung, La idolatría del capital y la muerte de los pobres, DEI, San José de Costa Rica 1991; íd., Deseo, mercado y religión, Sal Terrae, Santander 1999; E. Tamez, «El Dios de la gracia vs. el “dios” del mercado», Concilium 287 (2000) 131-138.

[4]              Para mencionar dos libros recientes que trabajan este tema,ver   N.Miguez, J.Rieger, J.M.Sung, Mas allá del espíritu imperial .Nuevas perspectivas en política y religión, (Ed La Aurora, BsAs, 2016) P. 227. En inglés Beyond the Spirit of the Empire(SCMPress,2009). Como en el libro colectivo reciente Zavala P.(ed.) Abajo los muros; perspectivas wesleyanas en perspectivas contemporáneas  , (México, Cupsa, 2018) . Hay variados  ensayos sobre las migraciones,  el tema de la imagen de Dios , por ejemplo Religiones y divinidades, o La Doctrina de la Gracia o La Ley del Mercado, desde una óptica wesleyana y crítica de la liberación.

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