¿Dominio o participación? Genesis 1:31 y la contemplación a la belleza de Dios.

 In Ecología

La belleza es el resplandor de la verdad. La belleza de una flor, de un ave en vuelo, de una niña que ríe de alegría, de un sol acostado en la inmensidad del mar. Esta es la belleza de Dios que emana de la creación.

Algunos de los capítulos más mal entendidos de la biblia son Genesis 1 y 2. La razón por la cual creo que son mal entendidos es porque hay ciertos conceptos ético-teológicos que se pierden en la traducción de estos capítulos a nuestros contextos contemporáneos.

Por ejemplo, los versículos de Genesis 1:28-30 son comúnmente traducidos, tanto del hebreo como del griego, como la entrega del dominio de la creación a Adán y Eva. Especialmente el versículo 28 que claramente describe cómo Dios entrega el “dominio” de toda criatura y planta para su uso y beneficio. La palabra griega usada en el versículo 28 es κατακυριεύω (katacurion)[1], que usualmente se traduce como “tener control de”, “ser señor de”, o “subyugar algo”. Este tipo de traducción se ha vuelto común en círculos cristianos por muchos años.

Por otro lado, este tipo de traducciones han sido usualmente hechas por hombres blancos, de clase media/alta, y de países dominantes. Este el legado que heredaron nuestros países: el ser humano es señor y administrador total de la creación de Dios. El ser humano ejerce dominio sobre la creación y esto fue dado por Dios.

Para poder sostener este tipo de interpretación bíblica, la teología ha creado jerarquías dentro del “orden” original e intrínseco de la creación. Por ejemplo, los aminales son superiores a las plantas, ya que los animales tienen movilidad y las plantas no. De la misma forma, el ser humano es superior a los animales por poseer un intelecto innato, que a simple vista carecen los animales. Incluso dentro de estas jerarquías se crean subjerarquías para entender el sistema completo. Por ejemplo, hay plantas más importantes que otras, hay animales más importantes que otros, y el hombre (masculino) es más importante que la mujer, o las niñas/os, etc.

Sin embargo, hoy día sabemos que estas interpretaciones jerárquicas, desde perspectivas de dominio, causaron un descontrol teológico que ha tenido consecuencias devastadoras por toda la tierra. El ser humano ha sido capaz de extinguir especies de aminales, ha destruido ecosistemas completos, degeneró la capa de ozono que hace que toda criatura en la tierra pueda vivir. Ahora con nuestro hiperconsumo, seguimos acabando con el planeta de una forma acelerada. En sí, este supuesto señorío y dominio de la creación nos llevó a un descontrol total del resplandor de la belleza de Dios.

Sin embargo, no se pueden traducir estos capítulos de Genesis de una forma aislada del resto del texto bíblico. Esto es particularmente cierto con los versículos 28-30 del capítulo 1, dejando afuera el versículo 31. En el versículo 31 hay una clave teológica que es muy importante para entender el contexto de estos pasajes en conjunto. Al final del capítulo 1, Dios toma una pausa y examina la creación en su totalidad por un momento, para decir: “es bella”.

El termino usado en el versículo 31 (que está presente por todo el capítulo 1 del Genesis) en griego es καλός (kalos)[2] que significa bello o belleza, en vez del comúnmente traducido ἀγαθός (agathos) el cual significa bueno. En hebreo חמד (chemed,)[3] el termino tiene los dos sentidos, bello y bueno. Esto significa, que una mejor traducción de estos pasajes es que la creación es bella, no solo buena. Esto da vida a un concepto teológico estético importante.

El concepto teológico de la estética, en su forma más simple, es que la belleza es una teofanía, en donde la belleza pasa a ser el resplandor de la bondad o verdad de Dios. De esta forma cuando Dios crea, crea algo bueno, bondadoso y de donde emana su belleza. A través de la contemplación de la belleza de la creación, la verdad de Dios puede ser alcanzada, porque la belleza solamente sale de su bondad y gracia.

Por ejemplo, en el cuarto siglo una lectura común del “padre nuestro” era “venga a nosotros tu Espíritu” en vez de “reino”, por el hecho de que para los cristianos del cuarto siglo, estéticamente hablando, la contemplación del reino de Dios en la tierra es belleza. Esta belleza es en sí la encarnación de la tercera persona de la trinidad, el Espíritu Santo.[4]

El concepto de belleza en la teología lleva a reconfigurar lo que había sido entendido como domino y señorío jerárquico dentro de las escrituras. Por ejemplo, interpretaciones más fieles al texto original, desde perspectivas del sur global, nos han llevado a cuestionar estas llamadas jerarquías de dominio. Cada día entendemos más y más, que la creación es un sistema ecológico muy complejo en donde toda planta, insecto, animal, bacteria, etc., es de suma importancia para mantener el balance de la creación en su totalidad. Nada dentro de la creación (incluyendo al ser humano) es más importante o superior que el otro.

Desde estas perspectivas, no hay jerarquías originales dentro de la creación, sino que se entiende que cada miembro del sistema es igual de importante y necesario. No pueden existir lo animales, sin las plantas, y por ende el ser humano tampoco puede existir sin los dos. De la misma forma, las subjerarquías caen, el hombre no es más importante que la mujer, sino que ambos necesitan uno del otro.

Este tipo de interpretación bíblica nos lleva a entender la importancia de participar y cuidar de toda la creación. No cuidamos de los animales o plantas, porque nos beneficiamos de ellos en el intento de señorear la creación, ¡no! Por el contrario, entendemos que cuidar de la tierra y de “todo lo que tiene el soplo de vida” es cuidar de nosotros mismos, es cuidar de un sistema en el cual somos un eslabón, y el cual Dios nos ha dado para que administremos. Como dije al principio, la belleza es el resplandor de lo bueno, de la verdad. La belleza refleja a Dios en toda la creación.

Teológicamente hablando, tenemos como pueblo de Dios todas las herramientas necesarias para practicar un mejor modelo de cuidado de nuestra madre tierra. En los países del sur global esta conexión con la tierra como parte de nosotros y nosotros de ella era muy común. Pero, conforme las interpretaciones de dominio y jerarquía de países dominantes entraron en el sur global, se fue perdiendo este legado que era parte de nuestros pueblos indígenas.

Es tiempo de recapturar la belleza de Dios en la creación, tomar cuidado de esta, y ser fieles a lo que Dios con tanto amor nos ha dado. Juntos podemos restaurar el resplandor de la verdad de Dios en las vidas de muchos. Y juntos podemos cuidar de lo que somos y se nos ha dado. Este debe ser el legado que debemos dejar a las futuras generaciones.

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[1] https://studybible.info/interlinear/Genesis%201:28

[2] https://studybible.info/interlinear/Genesis%201:31 ver también: https://studybible.info/strongs/G2570

[3] https://studybible.info/strongs/H2531

[4] Para más información ver: Paul Evdokimov, A Theology of Beauty:The Biblical Vision of Beauty’; ‘The Theology of Beauty in the Fathers’; ‘The Ambiguity of Beauty’ The Art of The Icon. (Redondo Beach, Calif. ; Oakwood. Publicat. 1996) 1-17,37-43, 2

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Showing 2 comments
  • Pablo G. Oviedo

    Excelente artículo Jonatan , la belleza de la teofanía ..que bueno y original encarar este tema con estos conceptos estéticos. Nos amplían la visión y nos animan a recuperar la visión de los pueblos originarios de América; esa que pregona la comunión igualitaria con la Tierra , como decís… gracias por el aporte ecuménico de la teología ortodoxa. Gracias por conectar la estética con la ética y tanto más.
    abrazo Pablo

    • Jonathan D Sánchez

      Gracias Pablo. Siempre un placer leer tus detalladas observaciones. Bendiciones, Jonathan.

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