Teología encarnada, ecuménica e interreligiosa: en memoria de Hans Küng    

 In Teología y Cultura

El pasado 6 de abril de nuestro año 2021, partió a la eternidad el sacerdote y teólogo suizo católico romano y ecuménico Hans Küng. Fue uno de los asesores más jóvenes del Concilio Vaticano II. Uno de los teólogos que más aportaron en el siglo XX y principios del siglo XXI a una teología encarnada (¿hay otra posibilidad concreta?) y también macro-ecuménica.

Recuerdo a principios de los años 90, cuando llegó a mis manos uno de sus libros clásicos más importantes: Ser Cristiano. [1]

Con el rigor y sistematicidad que le caracterizaban, Hans Küng fundamenta en este libro por qué y cómo el cristianismo de convicciones críticas puede responder desde su fe ante su propia razón y su entorno social. Y lo hace a través de una presentación de la totalidad del mensaje cristiano, trazada desde el trasfondo de las ideologías y religiones actuales.
Practicando una teología verdaderamente ecuménica, Küng avanza hasta el núcleo de la fe cristiana. De este modo lo humano, lo religioso general y lo extraeclesial son, más que nunca, tomados en serio, pero de forma que lo específicamente cristiano emerge con la mayor nitidez, separando lo esencial de lo que no lo es. Un libro para volver a releer una y otra vez.

Llegando al final del milenio, cuando estaba cursando mis estudios teológicos de grado, debo leer secciones de su obra ¿Existe Dios? Una monumental obra de casi 1000 páginas, que intenta responder al problema de Dios en nuestro tiempo, editado en alemán en 1974 y en castellano en 1979. Discute con los grandes filósofos de la modernidad y responde que: “pese a todas las conmociones y dudas, también para el hombre de hoy puede ser la única respuesta adecuada aquella con que han confesado su fe desde tiempos antiguos los creyentes de todas las generaciones. Comienza con una alabanza: A ti oh Dios te alabamos y concluye con un acto de confianza: En ti Señor, confié, no me veré defraudado para siempre”.[2]

Cuando estaba escribiendo mi tesis de licenciatura en teología, su libro Teología para la postmodernidad: fundamentación ecuménica, me aportó y me abrió la cabeza con el uso de los cambios de paradigmas que el utilizó de Thomas Kuhn. Plantea la urgente necesidad de una teología y una ética mundial ecuménica para rever varias nociones anquilosadas del cristianismo tanto católico como protestante. Pero también para atravesar la grave crisis mundial de la civilización. Sostiene junto a otros teólogo/as que sino encontramos una salida de salvación común corremos el riesgo de cataclismo sociales y ecológicos enormes. Como también que es menester articular una nueva noción de democracia y de sociedad que parta desde abajo, desde los márgenes del poder institucional, económico y no desde las estructuras del mismo. Grandes cambios de paradigma y revoluciones en la historia han surgido desde allí[3].

Por último en el año 2011 me regalan el libro Lo que yo creo – recién salido- , una especie de visión sintética de su pensamiento ecuménico tejido con su autobiografía. Allí testimonia:

“Pablo se refiere a la «gran libertad», que la persona puede conservar aun en cadenas. Se trata fundamentalmente de no apegar mi libertad interior, mi corazón, a falsos dioses, ni tampoco a los dioses Poder, Dinero, Carrera, Deporte, Sexo o cualesquiera otros, sino al único Dios verdadero, tal como él mismo ha manifestado su rostro en Jesús de Nazaret…Como teólogo y cristiano, deseo asentir con el gran teólogo protestante Karl Barth, quien —como él mismo me dijo en una ocasión— cuando llegara al final delante del Juez divino no querría remitir a sus «obras completas», ni tan siquiera aducir como justificación su «buena intención», sino pronunciar con las manos vacías la única frase que consideraba adecuada: «¡Oh Dios, ten piedad de mí, pobre pecador!……… Esto es del todo evangélico; y porque es del todo evangélico, también es del todo católico, como lo confesamos en ese gran canto católico de alabanza que es el Te Deum: «In Te, Domine, speravi; non confundar in aeternum! — En ti, Señor, confié; no me veré defraudado para siempre». Gracias a esta confianza sustentadora disminuye mi miedo existencial y se acrecientan tanto mi valor para afrontar la vida como mi alegría de vivir. La base para el auténtico arte de vivir.  ».[4]

Y en las últimas páginas de su este libro plantea su sueño:

“«Cuando uno sueña en solitario, lo soñado se queda en sueño. Pero si todos soñamos al unísono, entonces lo soñado se hace realidad», afirmó el arzobispo de Recife, Hélder Cámara, uno de los obispos más destacados del concilio Vaticano II, por invitación del cual varias veces he disertado ante la Conferencia Episcopal brasileña. También mi sueño es soñado por muchos, mi visión de un cristianismo reconciliado, de la paz entre las religiones y de una auténtica comunidad de naciones es compartida por muchos. Al igual que Martin Luther King, no viviré para ver la realización de mi visión. Pero tampoco me la llevaré conmigo a la tumba. Será propagada por el anhelo que generaciones enteras albergan de un mundo más pacífico, más justo, más humano. En ello creo, en ello espero. ¿Y qué ocurrirá conmigo? Confío en que también para mí tenga lugar en algún momento la resolución de todas las contradicciones y haya una existencia en armonía paz y felicidad y que al final se me conceda lo que en toda la tradición cristiana se llama la visión por excelencia, la visto beatifica, la «contemplación fruitiva». El apóstol Pablo, en la citada Primera carta a los Corintios, justo a continuación del pasaje sobre el amor, la expresa de la siguiente manera: «El amor nunca terminará…. Así se cumplirá para mí, eso espero, lo que yo creo.”[5]

Deseo que esté disfrutando de su visión eterna y excelente. Simplemente, gracias a Dios por los dones y frutos que este cristiano nos ofreció. Y que podamos con nuestras pequeñas semillas, seguir aportando a ese sueño suyo- que es nuestro -; de una teología  encarnada y ecuménica, y de un cristianismo reconciliado, de la paz entre las religiones y de una auténtica comunidad de naciones basadas en la justicia y la paz.

[1] Ser cristiano, Ed. Trotta, Madrid, 6 edición, 2109.

[2] ¿Existe Dios? , Ed. Cristiandad, Madrid, 1979,p.956

[3] Ver el trabajo de Hans Küng, Teología para la postmodernidad: fundamentación ecuménica, (Madrid: Alianza Editorial, 1989), donde aplica a la teología el pensamiento del físico e historiador de la ciencia Thomas Kuhn.

[4] Lo que yo creo, Trotta, Madrid, 2011. P. 201.

[5] Lo que yo creo, Trotta, Madrid, 2011. P. 243-244.

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Comments
  • Santos A. O’Neill

    Pablito, gracias por este articulo. No había escuchado mucho de Hans Küng. Tendré que leer alguno de sus libros que has recomendado. Dos cosas que me llevo de este artículo: primero, tienes toda la razon cuando resaltas que “si no encontramos una salida de salvación común corremos el riesgo de cataclismo sociales y ecológicos enormes.” Segundo, seguiremos luchando para “un cristianismo reconciliado, de la paz entre las religiones y de una auténtica comunidad de naciones basadas en la justicia y la paz.”

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