Misión de Dios hoy: el renacer profético. Lecciones de los Mineros de Kingswood y del movimiento metodista originario. Parte I

 In Liberación e Historia

En este tiempo de pandemia y en la postpandemia son muchas las preguntas sobre la misión de la iglesia: ¿cómo será la iglesia que viene? ¿Qué quedará de la mixtura de virtualidad-presencialidad? ¿Cómo será pertenecer y comprometerse en las comunidades locales y su misión? ¿Cómo transformar nuestros barrios y pueblos desde la misión de Dios? Entre otras. Una dimensión fundamental de la misión de Dios es su carácter profético. Para mencionar una definición breve y sólida: “…el ministerio profético no consiste en emprender grandes acciones de cruzada social ni en realizar gestos de airada indignación. Consiste más bien en ofrecer un modo alternativo de percibir la realidad y en hacer que la gente contemple su propia historia a la luz de la de la libertad de Dios y su deseo de justicia. (Walter Brueggemann, La imaginación profética, (Santander: Sal Terrae, 1986. P.135.)

Y en caminar desde el principio “misericordia”, como planteó el gran Jon Sobrino ,”… ante el sufrimiento de los pueblos crucificados ”(El principio misericordia, bajar de la cruz a los pueblos crucificados, Santander, Sal Terrae, 1992.p.8). Estamos convencidos de esta estrategia, que aunque es más lenta históricamente, es la única que nos garantiza un cambio profundo. Porque esas acciones visibilizan las injusticias, las denuncian y anuncian el nuevo cielo y la nueva tierra (Ap.21:5).   Y son formas de fortalecer la imaginación y la resistencia profética al sistema mamónico y de ir tendiendo redes que pueden crecer –como los panes y peces de la multiplicación de los Evangelios- hasta subvertir órdenes estructurales.

Comparto algunas memorias del metodismo originario, porque volver a mirar experiencias de la comunidad cristiana en su historia, nos puede ayudar ante los desafíos actuales. No para copiar o pretender volver a “un pasado mejor” sino para ayudarnos a discernir la obra del Espíritu, en este tiempo desafiante que nos toca atravesar. Oír y ver al Espíritu de Jesús para sumarnos a su actuar en la Misión de Dios, sostenidos por el Dios de la Misión.

En octubre de 1738, en la ciudad minera de carbón de Kingswood, estalló una disputa de precios entre los propietarios de minas que decidieron recortar los salarios de los mineros para compensar sus pérdidas financieras. La respuesta fue inmediata: los periódicos locales informan que los mineros llevaron a cabo un alboroto generalizado en el vecindario que duró cuatro días. Esta fue una escena recurrente en Kingswood, una ciudad conocida por numerosos levantamientos como este. No muchas semanas después de este incidente, un joven predicador llega a Kingswood y reúne a los mineros en los campos abiertos. George Whitefield, ve a la multitud como “ovejas que no tienen pastor” y se para en un monte para dirigirse a ellos.  La ciudad, tan acostumbrada a los disturbios de los mineros, se convierte en el epicentro de un avivamiento que surge de la experiencia de la predicación en el campo. Recordamos que el 2 de abril de 1739 Juan Wesley – imitando a George Whitefield – decide “ser más vil” y comienza la predicación al aire libre, convirtiendo al metodismo en sus comienzos, en un movimiento en gran parte para y entre los pobres, aquellos a quienes “caballeros” y “damas” veían simplemente como parte de la maquinaria del nuevo sistema industrial. Los Wesley predicaron, las multitudes respondieron y nació el metodismo como movimiento de masas, que progresivamente se consolidó, gracias a la organización de los Wesley y del metodismo originario.

Si quisiera compartir algunas discusiones de historiadores sobre este hecho clave del movimiento. Según visiones clásicas de estudio sobre el metodismo originario, afirman que los disturbios políticos y el avivamiento metodista van en direcciones opuestas. Es conocida la tesis del historiador francés Elie Halévy cuando defendió que el movimiento wesleyano impidió una revolución violenta en Inglaterra y, en cambio, permitió una transición pacífica a la era industrial (Halévy, E. 1924 “A History of English People in 1815”. Londres). El consenso en esta línea acorde a Halévy es que el “entusiasmo” del avivamiento metodista interrumpió una revolución social aparentemente inminente.  El historiador Thompson tiene un argumento similar al anterior, a saber, que el movimiento metodista tuvo un efecto contrarrevolucionario en el contexto inglés, en especial luego de 1790 cuando se conforma como metodismo separado de la Iglesia Anglicana. A pesar de que considera que sus avances originarios en primer lugar fueron en la clase obrera industrial, que muchos de los metodistas eran los pobres y su gran expansión inicial fue en los distritos mineros y fabriles, donde ofreció a las personas desarraigadas y abandonadas de la Revolución Industrial, un lugar en medio de un mundo por lo demás hostil (E. P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra, Ed. Critica, Barcelona, p.389-390), no deja de manifestar que a través de su moral y disciplina el metodismo contrarrestó la incipiente revolución.

Y en esto hay que reconocer que el Metodismo Wesleyano ya llegando a principios de siglo 19 (y habiendo sufrido de algunas divisiones, la primera fue del Metodismo de la Nueva Conexión en 1796 y posteriormente el Metodismo Primitivo en 1811) tenía muy fuerte presencia en las áreas urbanas y “la separación con de la Iglesia de Inglaterra hizo que buscara cierta respetabilidad y una referencia de clase en la clase media, aunque en sus filas había obreros y clase media baja.” (Diomede H., La Tesis de Hálevy y el movimiento metodista en Inglaterra, Acad. Edu, www.academia.edu/15278468/)

Pero hay algunas miradas distintas sobre esto en los últimos años. En su ensayo “The Revival of the Common: Spiritual Revival and Political Revolution in the Wesleyan Movement” (Oxford, E.M.T.M., Agosto 2018), el teólogo Filipe Maia plantea que la práctica de la predicación del campo fue central y clave del avivamiento wesleyano y propone que la predicación de campo constituyó al metodismo originario, como un espacio socio político de renacimiento de lo común. Ese ambiente de revuelta política de Kingswood – y de otros pueblos de Inglaterra- organizado en asambleas de personas como reuniones de trabajadores, que reclaman el acceso al espacio común, no solo marcaron el período de la Revolución Industrial inglesa, sino que marcó al metodismo en su origen. En otras palabras, la predicación de campo vincula indeleblemente el avivamiento wesleyano con la agitación política de la Revolución Industrial. Multitudes de trabajadores desenfrenados y multitudes de creyentes se reunieron en un mismo acto de protesta profética, para una población desplazada.

Y esto lo vemos en otras miradas historiográficas del metodismo y en el propio Wesley. Para lo primero F. Maia cita al historiador John Walsh quien destaca que “el resentimiento de la nobleza y el clero [contra el metodismo] no es difícil de explicar … Lo temían como un desafío al orden público y a la autoridad de su clase. Dos aspectos del movimiento dieron especial motivo de alarma. Primero, en una época en la que las agencias gubernamentales eran decididamente descentralizadas el metodismo parecía más siniestro debido a su organización articulada y nacional. En segundo lugar, se dirigió principalmente a los pobres, a quienes educó en cuadros disciplinados, que poseían su lealtad a los líderes más allá del alcance de cualquier autoridad local.” (John Walsh, “Methodism and the Mob in the Eighteenth Century,” in Popular Belief and Practice …, 8 (Cambridge [Eng.] University Press, 1972), trad. Propia, p.218.

Y para el propio Wesley cabe señalar, que la decisión de enfrentarse a los mineros en campo abierto resultó transformadora para él. Richard P. Heitzenrater hace la sugerencia de que fue la experiencia de la predicación en el campo lo que cambió el enfoque de Wesley, de su angustia personal en torno a la seguridad personal de la fe hacia una con…”más sentido público y evangélico de la vocación” y “sintió la confirmación de su propia fe y esperanza en la gracia de Dios (Wesley y el pueblo llamado metodista, Ab. Press, Nhasville, 2001, p.95).  El 4 de abril de 1739 Wesley escribe en su diario lo que equivale a una defensa teológica de la predicación de campo: ¿Quién se atreve a negar que esto es (en lo sustancial) un medio de gracia ordenado por Dios?” (Diarios, Obras de Wesley, T XI, p. 105).

PARA IR A LA PARTE II DEL ARTÍCULO HAS CLICK AQUÍ.

Recommended Posts

Start typing and press Enter to search