El Mayo Rojo: Crítica al fundamentalismo desde una mirada decolonizadora

 In Caminando en Justicia, Ecología, Historias, Teología y Cultura

San Salvador Atenco es un pequeño pueblo ubicado en el Estado de México, vecino colindante del municipio de Texcoco, ambos conocidos por la majestuosidad de sus cuerpos de agua, claro ejemplo de ello es el Lago de Texcoco (que también ocupaba gran parte del municipio de Atenco), y los baños del emperador Nezahualcoyotl, alimentados por el agua naciente de los numerosos ahuehuetes.

En el año 2001 se anunció la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), en ejidos de los municipios de Texcoco y San Salvador Atenco. A partir de este momento comenzó una fuerte lucha entre los habitantes de esta región y el gobierno Federal, esto en la búsqueda de la recuperación de los terrenos expropiados, la defensa del patrimonio natural y cultural, la reestructuración del daño al tejido social, entre muchas otras cosas[1]. La lucha ha pasado por diferentes etapas, en el año del 2006 sucedieron graves daños a los derechos humanos, acontecimiento que ha sido nombrado como “Mayo Rojo”. En aquella ocasión los habitantes de Atenco se habían organizado en un grupo al que llamaron: el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), el objetivo era defender no solo las tierras, sino las causas sociales de los pueblos en general; así que en el cumplimiento de este deber moral apoyaron a los floristas del municipio de Texcoco a quienes la policía municipal había estado privando de su derecho de vender. El primer enfrentamiento se dio el 2 de Mayo de 2006 ante el incumplimiento al acuerdo de otorgar el permiso por parte del gobierno de Texcoco. El 4 de mayo por la madrugada, más de dos mil quinientos miembros de las fuerzas policiales ingresaron a la comunidad, dejando como saldo trágico dos muertos, la detención de 207 personas, la expulsión de cinco extranjeras del país, cientos de manifestantes heridos y decenas de mujeres que fueron torturadas física, psicológica y sexualmente.

A casi 13 años de los sucesos se ha logrado la cancelación del NAICM, sin embargo más de una década de lucha ha sido difícil y desgastante, se han sufrido pérdidas de todo tipo, aunque sin duda también se ha ganado aprendizaje en diferentes áreas.

En Marzo del 2018 fui asignada como pastora suplente a la iglesia Metodista de México “El Divino Redentor” en San Salvador Atenco, por ello quisiera compartir un poco de la experiencia que ha sido trabajar en este lugar, y cómo desde la perspectiva teológica he comprendido los hechos.

En primer lugar al conversar e investigar acerca de este tema pude darme cuenta que un porcentaje muy bajo, quizá solo un 10% de los congregantes han estado inmersos en estos asuntos, la mayoría considera aquel evento de Mayo como una tragedia terrible y dolorosa, pero no creen que sea motivo suficiente para unirse a las peticiones de FPDT. Por otra parte consideran que aquellos miembros de la IMMAR (Iglesia Metodista de México A.R.) que estuvieron involucrados en aquellos violentos sucesos estaban actuando en contra de las enseñanzas cristianas.

En los acontecimientos del 3 de Mayo no se involucró, ni se pronunció en alguna postura ni la iglesia local, ni la IMMAR como institución, las puertas de la iglesia no fueron abiertas para resguardo, e incluso aquellos que participaban en la lucha fueron reprimidos por el cuerpo pastoral en turno. Esta lucha nunca se ha visto en la IMMAR como un tema teológico a tratar, la iglesia no se ha involucrado para defender a los ejidatarios que estaban siendo estafados con cantidades ridículas a cambio de sus terrenos, no se ha preocupado por el ecocidio que hubiera representado la construcción del aeropuerto, ni por las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en aquel tiempo.

Muchas interrogantes pueden surgir a partir de esto, pero al menos tenemos una respuesta segura, y es que la iglesia ha estado tan inmersa en cultivar una “superioridad moral” nutrida por una religiosidad mística que no se involucra en los problemas del cuerpo, sino solo en los del “alma”.

En su ensayo De la iglesia y la Sociedad, Rubem Alves nos hace ver como el protestantismo actual en Latinoamérica ha entendido la separación del mundo, no como denuncia, sino como repudio. Si el mundo está mal y no podemos mezclarnos con él, entonces lo único que resta es trabajar por las almas, haciendo uso de una escatología de salvación de almas, pero no de cuerpos. Esto aunado a una forma de ver el mundo terrenal como un campo de pruebas que hay que superar por voluntad Divina, y acatar con toda humildad y sumisión, han creado al protestante clásico que se reprime a sí mismo e individualiza el pecado, en vez de mirarlo en estructura.

En la visión paulina de la doctrina de la reconciliación ésta se ha planteado en términos utópicos, desde un imaginario puramente religioso e inmaterial, de tal forma que el discurso de la libertad para las mujeres, hombres, esclavos, gentiles, etc se ha leído como una metáfora espiritual, pero en los hechos se solicita que todos se sometan ante “uno mayor” que no es Cristo precisamente, sino alguna “autoridad”.

La predicación de los profetas nos proporcionará luz para aclarar el verdadero sentido de justicia y reconciliación otorgado por Dios, y en Jesús se encuentra el discurso de mediación entre el mensaje profético y la verdad metafísica.

Algunas comunidades de fe aplican esta forma de ver al pecado. Se cree que levantar el machete (Símbolo de FPDT) en señal de lucha y resistencia es un acto pecaminoso, los cristianos deberían defender cualquier causa de rodillas y en la iglesia, esto derivado de una mala interpretación del pasaje de 2 Corintios 10:4-5. Esta interpretación genera que el pecado se centre en los individuos que salen a pelear, en lugar de observar las estructuras de poder que reprimen al pueblo en sus derechos y libertades, y que buscan su explotación a cualquier costo.

En este caso los esfuerzos pudieron ser lo más básicos, como un pronunciamiento oficial de la Iglesia Metodista en contra de los actos sucedidos en el municipio; el acompañamiento con las familias que tuvieron heridos o presos, o bien con las víctimas de tortura, sin embargo, en ninguna de estas áreas se actuó.

La iglesia ha relegado su acción evangelistica al simple misticismo, y en el mejor de los casos a la acción social, que trae alivio a las gentes que no están dispuestas a involucrarse en el bienestar de su comunidad más allá de una campaña de ayuda dos veces al año. Hemos transformado las buenas noticias en pura filantropía y activismo religioso, pero olvidamos que la acción del evangelio es transformadora en toda la realidad del individuo, esto es desde su entorno comunitario. La filantropía no va a sanar las heridas de la sociedad que necesitan ser lavadas a profundidad, ni arrancará desde su raíz el problema estructural que vivimos específicamente los pueblos latinoamericanos.

El día 4 de enero de 2019, se canceló oficialmente la construcción del Nuevo Aeropuerto, y el FPDT celebra con sumo gozo, sin embargo, es necesario seguir atentos a las necesidades de la región, y trabajar en la sensibilización de la sociedad, de tal forma que aprendamos a ser empáticos, a dejar de individualizar el pecado y atacar a las estructuras opresivas que merman la vida. Aprender a involucrarnos y preocuparnos por seres humanos integrales, y no solo hacerlo desde la acción social como filantropía sino como una genuina reestructuración de nuestras relaciones sociales.

[1] Más información en: https://todosvsnaicm.org/

Bibliografía

Alves, Rubem. Cristianismo ¿opio o liberación? Montevideo: Tierra Nueva, 1970.

Alves, Rubem. «El ministerio social de la iglesia local.» En Saborear el infinito, de Leopoldo Cervantes -Ortíz, 20-31. Ciudad de México: Dabar, 1964.

Alves, Rubem. «La muerte de la iglesia y el futuro del hombre.» En Saborear el infinito: Antología de textos, de Leopoldo Cervantes – Ortíz, 32-51. Ciudad de México: Dabar, 1968.

Moltmann, Jürgen. Teología de la esperanza. Salamanca: Sígueme, 1972.

Rubem, Alves. «Rubem Alves y la teología del cuerpo.» En Saborear el infinito, de Leopoldo Cervantes – Ortíz, 319-324. Ciudad de México: Dabar, 1984.

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Carolina Zamorano Martínez

Estudiante de 4° año de la Lic. en Teología en el Seminario Dr. Gonzalo Báez Camargo. Pastora en la Iglesia Metodista de México. Presidenta de la Comisión Misionera de mi Conferencia. Participo en un grupo de Mujeres de fe feministas en la búsqueda de libertad, dignidad y justicia para todas.

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