“Y vi un cielo y una tierra nueva”: Ser portadores de sueños

 In Pastoral

En estos días de fin de año 2022, en mi patria Argentina se ha vivido una fiesta popular en las casas y en la calle por la obtención de la tercera copa del mundo, una muestra de justicia poética como varios dijeron. Una alegría que hace a la identidad de mi país, donde si bien un periodista argentino hace unos años decía “el futbol es lo más importante de lo menos importante”, hemos visto como une a gran parte del mundo. Como decía el gran Juan Villoro, escritor mexicano: “El fútbol es una actividad incalculable donde la imaginación justifica resultados. No hay modo de explicarlo con objetividad”. Y aunque estoy tentado a meterme directo en esa arena del fútbol, quiero meterme en aspectos relacionados a él, a la navidad y fin de año.

En el fútbol imaginamos y soñamos con un bonito juego y con un buen resultado. A fin de año la fe, la esperanza y un poco de amor se evocan en los saludos y deseos que hacemos. La necesidad de imaginar y soñar un tiempo nuevo para nuestro entorno más cercano y para la humanidad y la tierra, afloran.

Grata fue mi sorpresa cuando al revisar los textos bíblicos para este primer domingo del año 2023, me encuentro con el revelador y bello texto de Apocalipsis 21:1-4, “Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios, preparada como una novia ataviada para su esposo. Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos. Él enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni habrá más duelo, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas han pasado” … Poesía y profecía pura. Texto que nos invita a soñar y a luchar por nuestros sueños y los sueños de Dios. Algo que hemos visto en Messi y la selección argentina de fútbol, que después de varias finales perdidas, siguieron soñando y luchando por conseguir la copa del mundo.

El texto bíblico sin duda, por el contexto en el cual fue escrito, no ve otra salida al sufrimiento que la irrupción definitiva de lo nuevo, haciendo obsoleto lo pasado. El texto aparece como certidumbre y consuelo para situaciones de duelo y opresión, pero un consuelo que se abre a la irrupción de lo nuevo.

Más que seguir solo en prosa teológica, hagamos lugar a la poesía, que con versos cortos y ágiles, nos ayudan a visualizar lo que la conceptualización no puede. La escritora y poeta nicaragüense Gioconda Belli nos regala este hermoso poema “Los portadores de sueños “, donde se denuncia, se ensalza, se anima y se profetiza. Uno de los más bellos poemas, en el que entrelaza su pasión utópica y su optimismo poético:

“En todas las profecías está escrita la destrucción del mundo. Todas las profecías cuentan que el hombre creará su propia destrucción. Pero los siglos y la vida que siempre se renueva engendraron también una generación de amadores y soñadores. Hombres y mujeres que no soñaron con la destrucción del mundo, sino con la construcción del mundo de las mariposas y los ruiseñores.

Desde pequeños venían marcados por el amor, detrás de su apariencia cotidiana guardaban la ternura del sol de medianoche.

Las madres los encontraban llorando por un pájaro muerto y más tarde también los encontraron a muchos muertos como pájaros.

Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos por un invierno de caricias. Así fue como proliferaron en el mundo los portadores de sueños.

Fueron atacados ferozmente por los portadores de profecías habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías dijeron que sus palabras eran viejas y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso es antigua en el corazón del hombre. Los acumuladores de riquezas les temían y lanzaban sus ejércitos contra ellos, pero los portadores de sueños todas las noches hacían el amor y seguía brotando su semilla que no solo portaba sueños, sino que los multiplicaban y los hacían correr y hablar.

De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida como también había engendrado a los que inventaron la manera de apagar el sol.

Los portadores de sueños sobrevivieron a los climas helados.

«Son peligrosos», imprimían las grandes rotativas.

«Son peligrosos», decían los presidentes en sus discursos

«Son peligrosos», murmuraban los artífices de la guerra.

«Hay que destruirlos», imprimían las grandes rotativas.

«Hay que destruirlos», decían los presidentes en sus discursos

«Hay que destruirlos», murmuraban los artífices de guerra.

Los portadores de sueños conocían su poder, por eso no se extrañaban.

También sabían que la vida los había engendrado para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.

Y por eso defendían su vida, aún con la muerte.

Por eso cultivaban jardines de sueños y los exportaban con grandes lazos de colores.
Los profetas de la oscuridad se pasaban las noches y días enteros vigilando los pasajes y los caminos buscando estos peligrosos cargamentos que nunca lograban atrapar porque el que no tiene ojos para soñar no ve los sueños ni de día ni de noche.

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte; por todas partes hay patentes con grandes lazos que sólo esta nueva raza de hombres puede ver la semilla de estos sueños no se puede detectar porque va envuelta en rojos corazones en amplios vestidos de maternidad donde piececitos soñadores alborotan los vientres que los albergan.

Dicen que la tierra después de parirlos desencadenó un cielo de arco iris y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.

Nosotros sólo sabemos que los hemos visto, sabemos que la vida los engendró para protegerse de la muerte que anuncian las profecías.”[1]

También el compositor y músico Fito Páez nos regala este poema canción titulado D.L.G., donde imagina un apocalipsis de los marginados, de los sin voz, desde abajo:

“Y se abrirá todo el cielo No será un día normal
Después de todo, todo llega Siempre de algún modo
Las profecías se dan.
Apocalipsis de abajo
Un maremoto de amor
Fiesta en la calle
Un orgasmo que nunca se acabe
Día de resurrección.

Y será, y será un fuego, un pantallazo
Un rayo luz, conmovedor, una tormenta
Una música infinita.
Y será, y será un fuego, un pantallazo
Un rayo luz, conmovedor, una tormenta
Una música infinita.
Negro animal de trabajo
Brama la luna por vos
Hijo cansado, te observamos
Pero no te amamos
Cargas con todo el dolor.
Gente de todos los lados
Vientos amigos de Dios
Carguen sus armas
Aunque sea cárguenlas de ganas
Y tírenle al cielo su amor.

Y será, y será un fuego, un pantallazo
Un rayo luz, conmovedor, una tormenta
Una música infinita.
Y será, y será un fuego, un pantallazo
Un rayo luz, conmovedor, una tormenta
Una música infinita.”[2]

Estos dos poemas en algunas secciones son como versiones actualizadas del texto de Apocalipsis 21 que mencionamos antes. Si nos enfocamos en él, vemos poesía profética: hay un pueblo (la humanidad) que aún conserva lágrimas que serán enjugadas. Pero la fórmula “no existe ya más”, aplicada por un lado a la muerte y por otro a los componentes de la opresión ha eliminado los motivos de esas lágrimas como parte de lo que ha sido y nunca más será. Pero además presenta la irrupción del Mesías, el Cordero de Dios que fue asesinado, pero ahora resucitado, renueva el universo “haciendo todas las cosas nuevas”.  Además brinda la más llamativa imagen de la ternura de Dios.  Nos dice el biblista N. Miguez: “El Dios que acaba de triunfar sobre el mal, de redimir y recrear lo existente en su majestad, no sale ahora en carro triunfal para recibir la aclamación de su pueblo, al modo de los Emperadores, sino que, como una madre consoladora, sienta sobre su falda a sus hijos e hijas y les seca las lágrimas de los ojos, los consuela con palabras de aliento. “… ya no llores, no hay más dolor, no hay más clamor…” y agregando lo que solo Dios puede decir, “…ya no hay más muerte”. “ [3]

Una de las funciones del Apocalipsis en su contexto originario fue dar ánimo y esperanza a los primeros cristianos perseguidos por el Imperio Romano, para perseverar en su fe y testimonio. No fue generar terror, quietismo o evasión ante la destrucción o la nueva creación que venía (como hacen algunos hoy), sino todo lo contrario. Afirma Miguez: “En ese sentido es una opción vitalista en medio de un determinismo de la muerte. La continuidad entre esta historia y la nueva creación la brinda el amor de Dios. El mismo amor que hoy Dios tiene por los humanos es el que se manifiesta pleno en este texto. Una posibilidad homilética, entonces, es tomar este texto como revelación (Apocalipsis) de la voluntad vital de Dios. Este texto muestra lo que Dios quiere para los humanos siempre. Tanto lo quiere que, consumado el juicio sobre una creación que ha sido inundada por lo caótico, rehace la vida en la plenitud del amor. Muestra cómo es el Dios en el que confiamos, y que en Cristo nos ha dejado muestras de la presencia de ese amor para alentarnos hasta su consumación.”[4]

Como decía el poeta cubano José Martí: “En el amor renace la esperanza”. Que podamos en este fin de año y comienzo de otro, renacer desde ese amor de Dios siempre vigente. Y ser los portadores de sueños divinos- humanos y para nuestra madre tierra, que sigue gimiendo por la liberación final.  Y que podamos renovar nuestra fe, esperanza y amor en prácticas liberadoras. Podemos empezar en alegrarnos, cantar, danzar junto a otros aun en medio de dolores e injusticias. Anticipando ese apocalipsis que esperamos activamente:

“…Y será, y será un fuego, un pantallazo

Un rayo luz, conmovedor, una tormenta

Una música infinita.”

Bendecido fin de año y comienzo 2023, les desea el equipo de Caminando Junto/as.

 

[1] Navia Velasco, C. (2009). Poetas latinoamericanas: antología crítica. Cali, Programa Editorial Universidad del Valle. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucelelibro/175628?page=112.

[2] https://www.letras.com/fito-paez/201138/, allí puedes escuchar la canción .

[3] https://iglesiametodista.org.ar/leccionario/ , comentarios exegéticos al domingo 1 de enero 2023.

[4] Miguez, Idem.

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