El derecho a decidir

 In Caminando en Justicia, Sexualidad Humana

El tema del aborto ha despertado una serie de juicios morales y legales. En el terreno de lo moral se ha usado argumentos bíblicos, subrayando que Dios está a favor de la vida.

Argumento válido, aunque vemos sobre todo en el Antiguo Testamento, que no siempre Dios ha estado a favor de la vida, incluso ha sido agente activo en el uso de la violencia contra los enemigos de Israel (Ex. 11,4 – 5; 14, 27; 1 Sam. 17,47; 2 Re. 1,12 entre otros), por lo cual usar ello como único argumento bíblico es frágil para tal postura.

¿Qué es el aborto? El aborto es la interrupción voluntaria o involuntaria del embarazo antes de que el embrión o el feto estén en condiciones de vivir fuera del vientre materno.

Si bien, por principio respetamos el carácter sagrado de la vida, ya que esta es otorgada por Dios, estamos obligados no solo a respetar la vida del niño/a por nacer sino también de la madre.

Vivimos en una sociedad en donde América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa más alta de embarazo adolescente en el mundo, según la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS). Las tasas de embarazo adolescente en la región se estiman de 66.5 nacimientos por cada 1,000 niñas de entre 15 y 19 años. Además, es la única región en el mundo con una tendencia ascendente de embarazos en adolescentes menores de 15 años. Se estima que cada año, en la región, un 15% de todos los embarazos ocurren en adolescentes menores de 20 años, y 2 millones de niños nacen de madres entre 15 y 19 años. El embarazo en la adolescencia puede tener un profundo efecto en la salud de las niñas durante su curso de vida, dijo Carissa F. Etienne, directora de la OPS. Porque “no solo obstaculiza su desarrollo psicosocial, sino que se asocia con resultados deficientes en la salud y con un mayor riesgo de muerte materna”[1]. La mortalidad materna es una de las principales causas de muerte en adolescentes y jóvenes de 15 a 24 años en la región. México, ocupa el primer lugar en América Latina y el segundo lugar a nivel mundial en embarazo adolescente, donde 1 de cada 6 nacimientos, que representa el 48.4%, fueron de embarazos no deseados.

Ahora bien, muchas de las causas del embarazo en adolescentes no son una elección deliberada, sino de falta de educación y de relaciones de abuso por parte de mayores en su entorno familiar (padres, padrastros, parientes cercanos).

Muchas niñas y adolescentes tienen que abandonar la escuela debido a un embarazo, lo que tiene un impacto a largo plazo en las oportunidades de completar su educación e incorporarse en el mercado laboral, así como participar en la vida pública y política.

En muchos de los argumentos de la iglesia se habla del “derecho de los no nacidos” y se obvian, o en casos ven en un nivel secundario, los derechos de la mujer, de la niña, de la adolescente. Y como nos lo confirman las estadísticas la situación de las mujeres es bastante grave y crítica sobre todo en América Latina y el Caribe.

Si bien debe afirmarse la santidad de la vida humana del no-nacido, también es importante afirmar la santidad de la vida de las mujeres, niñas y adolescentes.

Santidad de las mujeres que muchas veces son denigradas cuando no pueden decidir sobre sus cuerpos al ser violentada o abusadas; cuando no tienen acceso a la planificación familiar, y cuando carecen de información sobre métodos anticonceptivos. Muchas veces la iglesia se ha opuesto a la planificación o métodos anticonceptivos aduciendo que el único fin de la sexualidad es la procreación y que por lo tanto se deben obviar estos temas que contribuyan a distorsionar lo que debe ser la sexualidad.

Es desafiante pues, encontrar inspiración en la Biblia que nos ayude a meditar sobre este tema, ya que la Biblia no dice nada sobre el aborto. Sin embargo, encontramos en el Nuevo Testamento una joven judía piadosa llamada María, que decidió embarazarse aún sin estar casada.

Nos cuenta Lucas que, el Ángel Gabriel llegó donde María y le dijo: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tu entre todas las mujeres (…) El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá será llamado Hijo de Dios.”[2] En otras palabras, el Ángel del Señor le consulta a María sobre la posibilidad de que se embarace y dé a luz a Dios mismo.

La teóloga valdense Gabriella Lettini se pregunta: ¿Acaso María pudo decidir sobre su cuerpo? O será un embarazo no deseado más me pregunto yo. ¿Qué clase de Dios es este que no permite que las mujeres puedan decidir sobre su cuerpo?  Actúa igual que muchos hombres hoy en día, se pregunta la Prof. Lettini. [3]

La Biblia nos señala que Jesús vino a este mundo a traer justicia a los pobres, consolar a los que sufren, dar libertad a los cautivos, llamar la atención a los poderosos, defender a las mujeres en muchas circunstancias. ¿Cómo el Dios encarnado puede practicar en tan nobles propósitos violando a una mujer o siendo partícipe de un embarazo más no deseado? se pregunta Lettini.

María se ha caracterizado por su silencio más que por su hablar, son pocas las veces que habla, por los menos en los registros bíblicos. En esta circunstancia frente al anuncio del Ángel, si bien se sorprende y hace preguntas al Ángel, es ella la que decide sobre su cuerpo, y acepta embarazarse. Lucas nos cuenta que respondió de la siguiente manera: “yo soy la sierva del Señor. ¡Cúmplase en mí lo que has dicho! Y el ángel se fue de su presencia.”[4] María no consultó a su prometido José, no consultó con su padre ni su madre, ni a ninguna autoridad civil o religiosa, sino que ella decidió sobre su cuerpo. Por otro lado, el Ángel no es que informa a María lo que es la voluntad divina; sino que no se retira, responde a las inquietudes de María y espera su respuesta antes de retirarse. Por lo que vemos que, para Dios es importante que María este de acuerdo. Qué la mujer no es un cuerpo pasivo dispuesta a satisfacer los deseos masculinos, ni una máquina de hacer bebés. Dios trata con respeto y dignidad a María y espera su consentimiento. En otras palabras, María decide sobre su cuerpo.

Posteriormente vemos en el Evangelio que, el canto de María (Lc. 1,46-55) nos confirma su respuesta afirmativa. De no ser así ¿cómo podría alabar a Dios si no hubiese decidido sobre su cuerpo y hubiera sido violentada? María decide sobre su cuerpo al aceptar su embarazo, pero también pudo interrumpir su embarazo o argumentar con el Ángel Gabriel, no sabemos qué hubiese ocurrido si no hubiese aceptado, pero ello sería entrar al terreno de la especulación. Lo que si queda claro, es que Dios respeta a la mujer y su derecho a decidir sobre su propio cuerpo.

Volviendo al tema del aborto, es importante que la mujer tenga derecho a decidir sobre su cuerpo, ninguna norma legal o religiosa puede decidir por ella, como hemos visto revisando el Evangelio, ni Dios lo hizo en el caso de María.

El confrontar una situación de “aborto” no es fácil ni para la propia mujer que lo enfrenta. No existe una “única” norma ética en ello, se deben tomar en cuenta los distintos factores en cada caso particular y pastoralmente acompañar a la persona y a su entorno familiar, con asesoría profesional tanto médica como psicológica.

 Lo que sí es importante, es que como iglesias alentemos los ministerios que reduzcan los embarazos no deseados a través de la educación, consejería y acompañamiento pastoral.

Referencias:

[1] https://www.intramed.net/contenidover.asp?contenidoid=92162

[2] Lc. 1:28-35.

[3] Lettini, G. “What if Mary Did not have a choice?”, https://www.huffpost.com/entry/what-if-mary-did-not-have_b_4445635

[4] Lc. 1:37

Autor: Prof. Héctor Laporta, PhD

PhD en Teología en Union Theological Seminary en Nueva York, USA; Maestría en Antropología por la FLACSO. Pastor metodista y misionero de UMC. Profesor en el Seminario Báez Camargo y Vicerrector académico de la Comunidad Teologica de México.

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