Despenalización del aborto, sismos y castigos divinos
El día de antier, 7 de septiembre del 2021, la Suprema Corte de Justicia de México anuló la cárcel con la que se castiga la interrupción voluntaria del embarazo en algunos Estados del país y con ello sentó un precedente para toda la nación. Como lo dijo Arturo Zaldívar, presidente de la Corte: “A partir de ahora no se podrá procesar a mujer alguna que aborte en los supuestos considerados por este tribunal”[1]. Mis redes sociales estuvieron invadidas por comentarios positivos, muchas y muchos celebrando que las mujeres tengamos la libertad de decidir qué hacer con nuestros cuerpos, sin correr el riesgo de parar en la cárcel.
Horas más tarde, cerca de las 9 de la noche, comenzaron a circular las noticias sobre el sismo cuyo epicentro fue el Estado de Guerrero (México). Rápidamente comenzaron a circular videos sobre el acontecimiento, que en diferentes estados se vivió con mayor o menor intensidad. Algunas cosas generaron sorpresa y temor. Lo primero es que hace 4 años se vivió un sismo similar, que causó muchos estragos, el mismo día y fue igual por la noche. Lo segundo fue que esta vez el sismo vino acompañado de lluvia (en algunas zonas) y de muchas luces que se veían en el cielo. Sí, luces que parecían relámpagos y que generaron una tremenda conmoción.
Por supuesto, no tardaron en generar y circular por las mismas redes, las opiniones de los intérpretes de los tiempos, que esto se trataba de un castigo divino, una consecuencia inmediata por la histórica decisión con respecto a la despenalización del aborto. La conexión fue casi instantánea, el sentir de muchos fue que esta vez hicimos enojar a Dios y ahora tendríamos que enfrentar su ira. Por supuesto, asumiendo que este sería el primero de muchos eventos que vendrán a manera de castigo.
Todo lo anterior me llevó a querer escribir, uno para intentar traer un poco de claridad a los asuntos, y dos para traer esperanza en medio de la desesperación.
- Dar por sentado que ambos hechos están relacionados es un grave error. Por siglos se nos ha enseñado que Dios es una especie de Juez ególatra y lejano. Consciente o inconscientemente, se nos ha transmitido una idea de un Dios que está vigilante y a la espera de vernos caer en el error para lanzar un castigo inmediato y doloroso. Nada puede estar más alejado del Dios a quien sigo. Definitivamente todo lo que hacemos tiene consecuencias, pero hacer responsable a Dios por nuestros errores es algo que refleja nuestra falta de madurez. No es el primer desastre natural que enfrentamos, y vaya que en los últimos 10 años, hemos visto que suceden con más frecuencia y fuerza, generando grandes devastaciones para la humanidad. Aún así, preferimos buscar cualquier excusa para hacer responsable a Dios, en lugar de asumir el poco cuidado y amor que hemos mostrado al mundo que Dios creó para nosotras/os. Veo a muy pocos movimientos evangélicos insistiendo en que es tiempo de cambiar la manera en la que consumimos, rehusamos y reciclamos nuestros desechos, o en la que cuidamos los recursos de la tierra, porque es realmente nuestro descuido lo que nos ha traído hasta aquí, a enfrentar las consecuencias del calentamiento global. Es mucho más sencillo culpar a Dios, que hacernos responsables y dar pasos para generar cambios sustanciales en nuestra manera de vivir. En realidad, veo pocas comunidades de fe, que se toman a pecho el estado actual de nuestro mundo, y que proponen y viven bajo otras normas sociales que coadyuven al bienestar global.
- Seguimos insistiendo en que el aborto es uno de los peores pecados que podamos consentir, sin pensar por un momento que en la Biblia no se menciona el aborto, y mucho menos se legisla. De acuerdo con la biblista María de los Ángeles Roberto, en el Pentateuco los niños menores de un mes no eran considerados personas, y por eso no se incluían en los censos. La autora recopila las únicas citas en la Biblia en donde se habla del aborto: 1) Ex 21:22,23 cuyo contexto es que, si en medio de una pelea una mujer embarazada resultaba herida, y como consecuencia perdía su bebé, entonces se tenía que pagar una multa al marido, sin haber una penalización a manera de delito. 2) La segunda cita es Num 5:11-34 en donde se narra el ritual de la “ordalía”. Este era practicado por el sacerdote a la mujer cuyo esposo tenía sospechas de adulterio. El sacerdote le daba a beber “aguas amargas”, que contenían “cadaverina” materia orgánica muerta. Si después de ingerir la sustancia, la mujer abortaba, se consideraba efectivo el adulterio. Nuevamente lo hay penalización, y esta vez quien realiza el ritual es el mismo sacerdote. 3) Finalmente, en 1 Co 15:8 Pablo se autodenomina “abortivo” al hablar de su lugar entre los discípulos. [2]
Estamos aquí para mostrar y demostrar a Jesús a través de nuestras vidas, y en ningún momento veo a un Jesús queriendo imponer a la gente una manera de vivir. Él vivía, enseñaba y hacía las cosas de manera diferente, iba en contra de la cultura, pero no iba imponiendo nada a nadie. Invitaba a la gente a dialogar y a caminar con él, pero nunca usó su poder para obligar a alguien a hacer algo. Entonces, ¿qué nos hace pensar que es nuestro deber hacerlo? Por otro lado, ignoramos muchísimos aspectos sociales que están alrededor del aborto como el acceso a la educación sexual, a los diferentes preservativos y a la salud misma, que son de crucial importancia cuando hablamos del tema.
Creo que la despenalización del aborto nos ofrece un mundo de posibilidades como Iglesia. Sería interesante que todos aquellos que se posicionan en contra de la despenalización del aborto, pudieran usar toda esa energía para proponer proyectos que apunten a la mejora de la educación sexual de la niñez y juventud de la iglesia y sus alrededores; a la creación de programas de acompañamiento a personas que están pensando en abortar o que han tenido que hacerlo; programas de ayuda económica para quienes consideran el aborto ante la falta de recursos y trabajo; programas enfocados en la educación, el deporte y las artes para las niñas y adolescentes de las comunidades con más altos índices de embarazos adolescentes; campañas de concientización sobre el abuso infantil, en fin. Tantas cosas que podríamos hacer a la par de manifestar nuestra posición por la vida.
Cierro esta reflexión con la confrontadora cita del Pastor David Barnhart, quien mencionó algo que definitivamente llamó mi atención con respecto al aborto.
“Los no nacidos son un grupo social muy conveniente por el cual luchar. Nunca hacen demandas, no son moralmente complicados, como los presos, los drogadictos o los pobres crónicos; ellos no resienten tu condescendencia, ni se quejan de que no seas políticamente correcto; no son como las viudas, ellos no te piden cuestionar tu patriarcado; no son como los huérfanos, ellos no necesitan dinero, educación o cuidado; no son como los extranjeros, ellos no traen consigo el bagaje racial, cultural o religioso que no te agrada; ellos permiten que te sientas bien contigo mismo, sin generarte ningún trabajo para crear o mantener relaciones; y cuando ellos nacen, te puedes olvidar de ellos porque han dejado de ser fetos. Puedes amar a los no nacidos y luchar por ellos sin retar sustancialmente tu bienestar, poder o privilegio, sin tener que reimaginar las estructuras sociales, sin tener que disculparte o hacer reparación de daño a nadie. Ellos son, en corto, la gente perfecta para amar si quieres decir que amas a Jesús, y realmente te desagradan la gente que respira. ¿Presos? ¿Migrantes? ¿Enfermos? ¿Pobres? ¿Viudas? ¿Huérfanos? ¿Todos estos grupos que son especialmente mencionados en la Biblia? Todos ellos quedan aplastados debajo del autobús de los no nacidos.”[3]
Tenemos de frente grandes retos, un mundo que gime por la devastación que hemos causado y una sociedad que clama por la manifestación de los hijos de Dios. ¿Qué haremos? ¿Seguiremos manifestando nuestros desacuerdos sin hacer algo verdaderamente relevante o pediremos a la divina presencia de nuestro Dios sabiduría para enfrentar los retos de nuestro tiempo con amor, misericordia y diligencia?
[1] Carmen Morán Breña, 2021. “México despenaliza el aborto tras una decisión judicial histórica”. El País: https://elpais.com/mexico/2021-09-07/la-suprema-corte-de-mexico-despenaliza-el-aborto.html
[2] María de los Ángeles Roberto. 17/04/2018. Cosecha Roja: http://cosecharoja.org/aborto-y-teologia-no-hay-ningun-mandamiento-que-diga-no-abortaras/?fbclid=IwAR24ImIY2G-dkX0mKlM4GM8LEHh8irsASj87o2e_7adFDIb66kD1OAKlAug
[3] Post tomado de Facebook: https://www.facebook.com/photo/?fbid=10158466001010914&set=gm.3638089876294458 Traducción propia.
Fer, muy buen articulo combo siempre. Estoy de acuerdo contigo cuando dices que “todo lo que hacemos tiene consecuencias, pero hacer responsable a Dios por nuestros errores es algo que refleja nuestra falta de madurez.” Tenemos que entender que somos responsables por nuestras propias decisiones y que muchas veces, Dios no tiene que ver nada con ellas. Tambien es muy cierto que “muy pocos movimientos evangélicos insistiendo en que es tiempo de cambiar la manera en la que consumimos, rehusamos y reciclamos nuestros desechos…” esta dentro de nuestra teología cuidar de aquello que Dios no ha bendecido y esto include el planeta tierra.