Walter Benjamín: Un acercamiento Teológico a la “sexta tesis” sobre la Historia

 In Caminando en Justicia, Liberación e Historia, Teología y Cultura

Recientemente se abrió el debate entre intelectuales, sobre la situación del mundo tras la pandemia del COVID-19: unos proponen la muerte de la sociedad capitalista y, en consecuencia, muerte del neoliberalismo. En contraparte, el otro bando propone la agudización del sistema capitalista, con el riesgo de suprimir la libertad del ciudadano so pretexto de un “estado de excepción”. Ambas posiciones siembran incertidumbre puesto que no dejan un espacio central para repensar la esperanza en el escenario de crisis mundial. De hecho, uno se pregunta si acaso la esperanza a emigrado de la Historia Moderna.

Walter Benjamín (1892-1940) fue uno de los principales intelectuales y críticos que supo repensar la esperanza «en el momento más oscuro del siglo XX en Europa»[1], y a quien recurrimos aquí para explicar un poco nuestra situación caótica, pues «La pregunta por la historia entendida como cuestionamiento sobre la posibilidad de introducir sentido en el caos de acontecimientos fue una de las preocupaciones constantes de [su] pensamiento»[2]

Nos ocuparemos principalmente de la “sexta tesis”, en sus: Tesis sobre el concepto de historia [Über den Begriff der Geschichte], redactadas en 1940. Considerado como uno de los documentos más importantes del siglo XX. Parte de su importancia reside en que contiene una fuerte crítica a la ideología del progreso.[3] En ellas se percibe un sentido de urgencia y desesperación por la potencial catástrofe sobre Occidente, pues la infatigable máquina del progreso le confiere un poder destructivo ilimitado al sistema claramente opresor.

No obstante, se percibe también una nota de esperanza que va desplegándose por las Tesis. La esperanza [Hoffnung] se presenta claramente como Teología en la “sexta tesis”. Se trata de una Teología centrada en la tensión escatológica. En Benjamín, dicha tensión recibe el nombre de Jetztzeit: “tiempo actual” o “tiempo de ahora” ―Tesis XIV―. En tal categoría se encuentra la idea de revolución como tensión escatológica. La escatología es propiamente revolucionaria. Plantearla de manera estática equivale a traicionar el concepto mismo. Para Benjamín, la revolución irrumpe ahí donde la salvaje ideología del progreso amenaza toda esperanza, puesto que ―su cada vez mayor poder autodestructivo― es como la mecha encendida de una bomba: ¡Hay que cortarla para evitar la catástrofe! Y se corta con la irrupción en la historia de la esperanza. Para Benjamín, esto es un verdadero acto revolucionario.

I LA SEXTA TESIS SOBRE EL CONCEPTO DE HISTORIA

Articular históricamente el pasado no significa conocerlo “tal como verdaderamente fue”. Significa apoderarse de un recuerdo tal como éste relumbra en un instante de peligro. De lo que se trata para el materialismo histórico es de atrapar una imagen del pasado tal como ésta se le enfoca de repente al sujeto histórico en el instante del peligro. El peligro amenaza tanto a la permanencia de la tradición como a los receptores de la misma. Para ambos es uno y el mismo: el peligro de entregarse como instrumentos de la clase dominante. En cada época es preciso hacer nuevamente el intento de arrancar la tradición de manos del conformismo, que está siempre a punto de someterla. Pues el Mesías no sólo viene como Redentor sino también como vencedor del Anticristo. Encender en el pasado la chispa de la esperanza es un don que sólo se encuentra en aquel historiador que está compenetrado con esto: tampoco los muertos estarán a salvo del enemigo si éste vence. Y este enemigo no ha cesado de vencer. [4]

Según Michael Löwy, «[…] a partir de la década de 1950, pueden distinguirse tres grandes escuelas de interpretación de las tesis» [5]:

1). La escuela materialista: que ve en la Teología un mero uso metafórico.

2). La escuela teológica: lo ve propiamente como teólogo judío mesiánico, haciendo uso del “materialismo histórico.”

3). La escuela de la contradicción: ve un fallido intento por conciliar marxismo, teología y materialismo.

Löwy propone una cuarta interpretación:

4). «Walter Benjamín es marxista y teólogo…»[6]

II LA TENSION INSALVABLE DE LAS CATEGORIAS.

Cuando se recurre prioritariamente a categorías teológicas para interpretar la historia, estamos ante una Teología de la Historia y Benjamín es precursor en dicho terreno, pues anticipa mucho del debate que posteriormente tendrá lugar en la Teología Política. Por otro lado, lo que Benjamín recupera de la Teología Histórica es su carácter escatológico. Aquello que señala al “fin de los tiempos”, al futuro; de hecho, lo anticipa mediante la “esperanza mesiánica”. En el decir de Moltmann: «La “razón en la historia” tiene una luz mesiánica».[7] Aquí la concepción del tiempo es su carácter de “infinitud”. La esperanza tiene el potencial de contradecir las condiciones conformistas del hombre moderno que han llevado al implante de opresión en el presente. Por eso habla de «Articular históricamente el pasado». En el lenguaje Novotestamentario: un creer «en esperanza contra esperanza» [Ro.4:18 RV1995].

La categoría significa que existe una dinámica interpretación de la historia. El Historiador está «comprometido» en la construcción del «concepto de historia», en transmitir la historia [Geschichte] y en la creación de nueva historia. Por su parte, el trabajo del Teólogo reside en encargarse de que la esperanza no emigre del «concepto de historia» haciéndola inteligible, por tanto, aprehensible. Existe, así, una indivisibilidad de ambas profesiones, tal como se da la indivisibilidad entre las categorías. La responsabilidad intelectual con el presente les capacita para discernir la amplia significación de los acontecimientos a su alrededor, abriendo nuevas interpretaciones que afecten las estructuras sociales. De hecho, pueden incidir en su presente porque asumen su responsabilidad social y esto significa ya un acto revolucionario.

«Articular históricamente el pasado» significa también reconocer la amenaza latente en quienes pretenden “desarticularlo históricamente”. Aquí se invierte la tesis y se entiende que existe un poder fáctico que detesta todo lo que representa una amenaza contra sus intereses. Va de por medio el recurso a preservar el status quo que niega la necesidad de transformación profunda cuando de justicia se trata. Estamos hablando de un poder fáctico, perverso y corruptor que en realidad no acepta, ni mucho menos reconoce, ningún reclamo de justicia. De ahí que su brazo radical se extienda contra la esperanza manifestada en las protestas contra la injusticia; contra todo acto criminal que asedia al prójimo ―tal como sucede actualmente con el resurgimiento del supremacismo racial y la ola de protestas que sacuden nuestro presente implantando un estado de excepción―. El crimen contra el prójimo que reclama justicia deviene radical eclipse de la esperanza, afrentando a Dios mismo, pues la voz de Dios habla en los reclamos populares de justicia, preguntándole al asesino: «¿Dónde está tu hermano Abel?» [Gen.4:9 LBLA]

Para Benjamín, la idea de conocer el pasado «tal como verdaderamente fue» conlleva la noción de negarle a la historia y al Historiador y Teólogo “el poder de la crítica”. Pues nada se tiene que decir si no ha de encontrar su certificación de credibilidad en la “pretensión de verdad” del cientificismo. Benjamín entiende que la “desarticulación histórica del pasado” proviene del mismo seno de los historiadores. La Tesis está manejando una paradoja: el «instante de peligro» que refiere, representa la más importante de las oportunidades para la revolución; lo que el poder fáctico pretende, en este caso, los intentos totalitarios radicales ―nazismo, fascismo― es “desarticular” la esperanza misma que engendra la revolución. En efecto, la idea corresponde a una historia no dinámica, estática, donde lo nuevo no encuentra espacio. Pues se ha cancelado por la narrativa de una historia positivista donde el “Jetztzeit” se ha de entender aduciendo la neutralidad, la parálisis. A esto se refiere la frase: «tal como verdaderamente fue». Se reduce la historia a una reproducción de los hechos tal como se encuentra en las fuentes. Equivale a la perpetuación de una “historia oficialista” que niega la libertad al legitimar el status quo de los opresores, por eso propone «el intento de arrancar la tradición de manos del conformismo». De ahí que al Historiador se le confiere el don de «encender en el pasado la chispa de la esperanza», pero se trata de una esperanza que viene cargada de significación teológica; así, el Teólogo tiene primero que dar cuanta al Historiador sobre la esperanza.

Ir a la Parte II Aquí.

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Bibliografía

[1] Adolfo Gilly, Historia a contrapelo. Una constelación, México, DF., Era, 2006, p. 17

[2] Crescenciano Grave, “La idea de la historia”, en Bolívar Echeverría (comp.), La mirada del Ángel. En torno a las Tesis sobre la historia, de Walter Benjamín, México, DF., UNAM-Era, 2005, p. 181

[3] «Ser considerado el mayor crítico de la literatura alemana: eso se había propuesto Walter Benjamín», según lo refiere Mariana Dimópulos, en Walter Benjamín, La tarea del crítico, traducción de Ariel Magnus, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2017, p. 9

[4] Walter Benjamín, Tesis sobre la historia y otros fragmentos, introducción y traducción de Bolívar Echeverría, México, DF., UACM-ITACA, 2008, p. 40.

[5] Michael Löwy, Walter Benjamín: Aviso de incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de historia”, Buenos Aires, FCE., 2003, p. 41.

[6] Idem.

[7] Jürgen Moltmann, Teología de la esperanza, Salamanca, Sígueme, 1981, p. 349

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Comments
  • Pablo+Guillermo+Oviedo

    excelente articulo, para pensar y pensar¡¡¡¡
    gracias Mizrraim

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