Epifanía; El Dios que se revela y se rebela
Dentro del calendario litúrgico cristiano entramos a un periodo llamado Epifanía, que significa “manifestación” o “revelación” haciendo referencia a cómo Dios se reveló y se manifestó en la humanidad. Durante esta temporada (1) celebramos, en palabras de Juan que el verbo (logos(2)) se hizo carne (Juan 1:14). Empero, aunque celebramos el acercamiento de Dios (siendo esta una constante), dándose a conocer a la humanidad a través de Jesús, también propongo abrazar la incertidumbre que nace a partir de Dios. Pues así como Dios se nos revela, se nos rebela. (3) Es decir, aunque la cualidad de Dios es su cercanía, a Dios no se le puede domesticar. Cuando una religión o institución intenta hacerlo, Dios entonces se rebela; y tal como “abandonó” el cielo, y luego escapó de la tumba, se escabulle de nuestras teologías, e ideologías, por muy conservadoras o progresistas que lleguen a ser. Así jamás nadie le posé. ¡He ahí la paradoja! Aunque Dios se nos revela, sigue el tema “Dios” siendo ambas revelación y misterio.
Epifanía es un tiempo para celebrar que Dios se revela, recordando la promesa de que Dios interviene en nuestras realidades. Que su Viento se pasea entre su creación, recorriendo los lugares poco concurridos por la religión, los barrios, las periferias, los márgenes de nuestras comunidades. Celebramos que Dios nace, se aparece y se manifiesta. Así hoy como en el primer siglo, Dios tiene que nacer; tiene que revelarse ahí donde la violencia, sufrimiento, crueldad y muerte son el pan de cada día. Pues tenemos toda esperanza que entre lo indecente, ignorado e insignificante, y entre lo oscuro y absurdo de nuestras realidades y sociedades hoy, como en Nazaret, la Esperanza se asoma para hacerse presente.
Un gran ejemplo de Dios como revelación y misterio (que se revela y rebela) es cuando Dios interviene al escuchar los clamores, llantos, y opresiones de los israelitas por los Egipcios. (Éx. 3:7). Ahí, Dios sé identifica como, “YO SOY EL QUE SOY”, o bien, “SERÉ EL QUE SERÉ”. (Éx 3:14). Es muy interesante la respuesta de Dios pues en la antigüedad nombrar algo era sinónimo de dominio, y propiedad. Al parecer Dios lo tiene en cuenta, y entonces se niega a darse a conocer por completo, a ser nombrado. Así nadie le domina, ni pasa a ser propiedad privada. Habría entonces que conformarnos y reconciliarnos con la promesa que Dios será lo que será. O sea, que Dios será siempre. Será como él quiera, y no como cierta religión lo deseé. No sabemos ni cómo será (cómo se revelará), pero con toda confianza y fe creemos que Dios será y hará.
Rubem Alves en su cuento, La Niña y el Pájaro Encantado (4) dibuja una imagen de Dios y la humanidad fantástica. En resumen, una niña se enamora de un pájaro encantado, quien es libre; viene y va cuando quiere, pues de ahí viene su encanto. El pájaro visita a la niña, y la niña enamorada se arregla y lo espera con ansias. Hasta que en una ocasión, cuando el pájaro se ausenta, la niña nace y crece una angustia, entonces, decide enjaularlo. Al hacer esto, el encanto de aquel pájaro mengua, pues sin sus viajes su plumaje deja de brillar. La niña notó la tristeza del pájaro hasta que lo liberó; “Puedes salir, pajarito. Regresa cuando tú quieras”, dijo la niña. En su libertad el pájaro reencuentra su encanto, y a su vez, ahora la niña lo espera con ansias, se alista y se peina para recibirlo, pues ella cree que en cualquier momento puede regresar.
Quizá eso nos pasa con el tema de Dios. Se nos ha revelado, le hemos amado y ¿qué sigue? ¿Domesticarlo en templos? ¿Encarcelarlo en un dogma/doctrina? ¿Hacerlo de nuestra denominación? ¿Moldearlo a nuestra imagen y semejanza (de cultura dominante, blanco, europeo, masculino, heterosexual)? Pero por mucho que deseemos dominarlo, se nos desvanece como quien toma agua en sus manos, por más que apriete los dedos el agua busca su escape. En todo caso, es Dios patrimonio de la humanidad.(5)
Por ejemplo, desde la teología se olvida con demasiada frecuencia que el tema “Dios” es enigma y misterio. Por el contrario, se ha intentado definir a Dios, incluso de manera “científica”. Entre cálculos bíblicos forzados se han enlistado sus “atributos”. Aunque creo que cualquier esfuerzo por poner atención a los destellos de gloria que se nos revelan es válido, no podemos olvidar el hecho de que Dios nos supera. Pues si bien se encaminó hacia la humanidad, el verbo se hizo carne, nos es imposible hacer de él un títere manejado a nuestro placer, antojo y capricho. Bien se ha dicho ya, ¡No podemos agotar a Dios! O sea que ningún argumento o creencia de Dios será exhaustiva, y mucho menos última y definitiva, simplemente parcial y precaria. De manera acertada, Gregorio Nacianceno (329-290) dijo lo siguiente, “Pienso que hablar de Dios es imposible, y entenderlo, más imposible todavía”(6)
Cuando mi hijo, Luka tenía un año mientras jugaba en el patio, regresó a nosotros en llanto, aún no hablaba, pero identificamos síntomas de impotencia. Nos llevó al patio (seguía llorando) y con su mano nos señaló un objeto, un objeto que ni él mismo entendía, pues en confusión giraba de un lado a otro. Era una linda mariposa, y al parecer lloraba en su imposibilidad de atraparla. ¿Y si de eso se trata? ¿Y si en lugar de domesticar a Dios dentro de nuestros credos, templos, discursos e ideologías, le dejamos ir, aunque duela? Valdría, entonces la pena reconciliarnos con esta dicotomía entre misterio-enigma y revelación-manifestación, sin dejar de abrazar la promesa que Dios “será”, que seguirá apareciendo, y que la esperanza no dejará de asomarse, (y a su vez de asombrarnos) pues con fe, decidimos confiar en que Dios seguirá volteándonos a ver entre tanto que lloramos y esperamos su constante consuelo y continuo abrazo.
“Señor, yo te conozco!
Mi corazón te adora.
Mi espíritu de hinojos ante tus pies está.
Pero mi lengua calla, porque mi lengua ignora los cánticos que llegan al grande jehová”
-José Zorrilla, (1817-1893) (7)
(1) El tiempo de Epifanía empieza el 6 de enero y termina el día previo al miércoles de ceniza.
(2) Al decir Juan que el logos se hizo carne, Juan hace referencia helenista, puesto que logos es un concepto propio de la filosofía griego, entendido como el principio del cosmos. De manera que Juan poéticamente, sugiere que ese logos del que diferentes tradiciones (Heráclito, estoicos, Aristoteles) tanto hablaban, se encarnó, se hizo carne.
(3) Marcella Althaus-Reid. Cuadernos de TeologÍa 2003, Volumen XXII. p.135.
(4) Cuento completo aqui, https://vinculando.org/documentos/cuentos/pajaro_encantado.html
(5) “Sé que Jesús es de todos, no solo de los cristianos. Su vida y su mensaje son patrimonio de la Humanidad”. Jose Antonio Pagola. Jesús: Aproximación Histórica
(6) Gregorio Nacianceno, Discurso 28 (2) 4, Los cinco discursos teológicos, trad. José Ramón Díaz Sánchez-Cid (Madrid: Ciudad Nueva, 1995), 98.
(7) Poema completo de Jose Zorilla, “!Señor, yo te conozco! La noche azul, serena”, https://hymnary.org/hymn/CC1964/187
Mi nombre es Efraín Belmontes, y soy de la frontera, Cd. Juárez Chih., México. Soy egresado de Garrett Evangelical-Theological Seminary con un MDiv. (Maestría en Divinidades). Actualmente, junto mi familia dirigimos el ministerio, Estandarte en el que trabajamos con niños, adolescentes y jóvenes. A la mano emprendemos junto a amigos una Comunidad de Fe, Dar.