En busca de nuevos nombres para Dios

 In Sexualidad Humana, Violencia de Género

   Sin duda que el androcentrismo nos ha condicionado a ver todas las imágenes de Dios en la biblia, siempre en masculino y nunca en femenino, y ese “lenguaje unilateral sobre Dios no refleja las experiencias de las mujeres”.[1] Por eso, se hace muy necesario desde la hermenéutica bíblica, iniciar un proceso de conceptualización de Dios en femenino como manera de deconstrucción de esa visión androcéntrica y patriarcal que hemos tenido de Dios. Pero, ¿tenemos bases para hacerlo? ¿Cuáles son las implicaciones éticas de hacerlo? ¿Está la Iglesia preparada para un cambio así? Estas son las preguntas que trataré de responder en este corto ensayo.

   Las imágenes masculinas de Dios han moldeado tanto nuestro imaginario cultural, que no se piensa que Dios se parece o es semejante a, sino que Dios es padre, señor, rey, juez, pastor, etc. Y este tipo de pensamiento nos ha llevado a legitimar el sistema de valores que tenemos y a justificar nuestra infraestructura social que se construye de forma piramidal donde “Dios está en la punta de la pirámide y, desde allí, se establecen las demás jerarquías en las relaciones de poder: Dios, el hombre, la mujer, los niños y niñas (y luego siguen los esclavos/as, los extranjeros/as, los animales, las plantas, la tierra inerte). Así sería la estructura clásica griega de esta jerarquía. Nosotros/as podemos establecer otra, que incluye las diferencias sociales, de clase, de etnias, de edad, de orientación sexual, para nombrar sólo algunos elementos que hoy forman parte de la di/visión dualista y jerárquica del mundo occidental.”[2]

   Las consecuencias de esta visión patriarcal de Dios como masculino, son las múltiples formas de violencias vivida por las mujeres y los niños y niñas, y que aún perviven en nuestras sociedades, y mantienen a las mujeres en el status de dependencia psicológica de los hombres y de la autoridad masculina, mientras están al mismo tiempo legitimando la autoridad política y social de padres e hijos en las instituciones sociales. Todo esto nos plantea la necesidad de transformar esta situación. Para ello “se han propuesto diferentes caminos; uno ha sido la revisión y relectura de la tradición donde se buscan tradiciones liberadoras capaces de acompañar el proceso de deconstrucción y reconstrucción de nuestro lenguaje sobre Dios. Otros caminos experimentan con lenguajes, metáforas y símbolos que puedan expresar las experiencias religiosas de las mujeres.”[3]

Imágenes femeninas de Dios en la Biblia

   En un sugerente artículo publicado en el portal Aleteia, hace siete años, encontramos un aporte relevante a lo que aquí señalamos:

«El cardenal Gianfranco Ravasi, en una entrevista concedida al diario “Avvenire” en diciembre de 2005, afirmaba que “al menos 60 adjetivos de Dios en la Biblia están en femenino” y que “existe claramente una maternidad de Dios, y que en más de 260 ocasiones se habla de las ‘entrañas maternas’ del Señor”. Encontramos dos ejemplos en el libro de Isaías: “¿Se olvida una madre de su criatura, no se compadece del hijo de sus entrañas? ¡Pero aunque ella se olvide, yo no te olvidaré!” (49,15); y también: “Como uno a quien su madre consuela, así yo os consolaré” (66,13).

Joseph Ratzinger, en el libro titulado Dios y el mundo: creer y vivir en nuestra época (Círculo de Lectores, 2002), explicaba que en el término hebreo rahamim, “que originalmente significa ‘seno materno’, pero que después se convierte en el término que explica la compasión de Dios con el hombre, [sic.] por la misericordia de Dios”, se revela el misterio del amor materno de Dios. “El seno materno es la expresión más concreta de la íntima relación entre dos existencias y de las atenciones hacia la criatura débil y dependiente que, en cuerpo y alma, es custodiada totalmente en el seno de la madre. El lenguaje figurado del cuerpo nos ofrece así una comprensión de los sentimientos de Dios por el hombre, [sic.] más profunda de lo que permitiría cualquier lenguaje conceptual”.»[4]

   Tenemos en la Biblia muchos ejemplos donde se puede observar que la fe en Yahveh incorporó imágenes y características femeninas. En ese sentido encontramos textos que nos hablan:

  1. De Dios como una mujer en situación de parto (Is 42.14)
  2. Dios como la que engendra y da a luz (Dt 32.18; Job 38. 28-38)
  3. Dios como la madre que cuida de sus criaturas, las arrulla y cambia pañales (Job 38,8; Sal.31, 1-2)
  4. Dios como un útero (Hech 17, 26.28)
  5. Dios como una madre que amamanta o la que educa y cuida a sus hijos (Is. 49.15; Os 11. 1-4)
  6. Dios como una madre que transmite seguridad a sus hijos (Is 46.3 y 4)
  7. Dios representado en la imagen femenina de la sabiduría (Proverbios 8,22-33)
  8. Dios representado en una mujer que pierde sus 10 monedas (Lc.15:8-10)

   He traído a colación estos textos, para que nos demos cuenta, que, sí es posible desde la Biblia, una conceptualización de Dios en femenino. Pero esto es una tarea ardua, desafiante y muy difícil, puesto que, en la tradición cristiana, a pesar de las grandes metáforas del amor materno, madre no es un título de Dios, no es un apelativo con el que dirigirse a Dios. Para la tradición cristiana, “Dios sólo es padre” y sigue siendo normativo el lenguaje de la oración de toda la Biblia donde la imagen del padre es adecuada para expresar la alteridad entre Creador y criatura, la soberanía de su acto creador. Es así como se concibe a Dios en nuestros imaginarios religiosos y esto se constituye en un asunto de estructura mental que requiere de un proceso muy largo y de mucha reflexión para cambiarlo.

   Pero, aunque sabemos que es algo en lo cual hay mucha resistencia y que la iglesia aún no está preparada para dar ese salto, no podemos olvidar que los imaginarios sociales son significaciones que tienen una temporalidad y se ven alterados con nuevas propuestas de significado que emergen del conglomerado social. Y por tal razón se pueden construir nuevos imaginarios que nos permitan conceptualizar a Dios en femenino. Solo de esta manera creo yo, podría lograrse una plena igualdad de la mujer en todos los asuntos de la vida. Y la implicación ética de todo esto es acabar con el discurso, acerca de la naturalización de la inferioridad de la mujer.  Tal como lo señala María Cristina González, en su importante artículo La ética patriarcal o la historia de la sujeción de la mujer, del cual citaremos varios párrafos importantes:

«Un discurso sesgado y perverso, que ha servido para imponer la lógica dominante, una ética cargada de valoraciones que descalifican a la mujer sellándola como naturaleza, lo inmodificable objetual».[5]

El artículo de María Cristina González presenta varias implicaciones relevantes que conlleva el giro hacia una ética femenina, con lo cual deseamos concluir, resaltando dos puntos:

   Implica trascender el concepto tradicional de la moral misógina, la cual se basa precisamente en que hay un solo canon de principios y reglas que valen para todos/as. Es precisamente esta ética universalmente valida, la expresión más fehaciente de la hegemonía patriarcal y el leit motiv de las luchas feministas.[6]

   Implica la construcción de una ética feminista que fracture las racionalizaciones que han consolidado la moral falocrática y patriarcal y por supuesto, que ponga en jaque el doble código de moralidad que tanto daño ha hecho a las mujeres. Una ética feminista que fracture la demarcación simbólica, responsable de la separación y diferenciación de funciones a partir del sexo. Una ética feminista, que logre construir una sociedad fundada en valores de solidaridad y respeto mutuo.[7]

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[1] Seibert, Ute. Espacios abiertos: caminos de la teología feminista. Santiago, Forja, 2010, pg. 65

[2] Ibid. Pg.66

[3] Ibid. Pg. 73

[4] En https://es.aleteia.org/2014/05/12/por-que-dios-es-padre-y-no-tambien-madre/

[5] González Moreno, María cristina (2008, julio-diciembre) “La ética patriarcal o la historia de la sujeción de la mujer”. Revista Educación en Valores. Universidad de Carabobo, Vol. 2. Nº 10, Pp.103-116, cita: Pg. 104

[6] Ibid. Pg. 110

[7] Ibid. Pg. 115

David Danilo Díaz Rivas

– Presbítero ordenado de la Iglesia Colombiana Metodista, y pastor titular en la iglesia BE SHALOM, en Sampués Sucre.
– Pastor por 30 años entre poblaciones vulnerables
– Fundador de 4 iglesias
– Fundador y coordinador del ministerio de Justicia y Derechos Sociales y coordinador actual del ministerio indígena de la Iglesia Colombiana Metodista.
– Líder nacional de pastoral indígena del Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI) 2009-2015.
– Co-gestor social de la Agencial Nacional para la Superación de la Pobreza Extrema.

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Showing 2 comments
  • pablo oviedo

    Excelente artículo David…y desafiante..para pensar como los símbolos y el lenguaje bíblico debe deconstruirse.simplemente agrego la imagen de Jesús al llorar entrando a Jerusalén porque mata profetas y dice que que El y Dios es como la gallina que quiere reunir a los pollitos.

  • Jonathan D Sánchez

    David, gracias por el artículo y por el gran recordatorio de caminar hacia nuevas éticas que sean más comprensivas, recordando nuestras tradiciones y nuestro legado como iglesia. Bendiciones.

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