Mitos y Teología en Génesis

 In Teología y Cultura

A las culturas antiguas, como a nosotros hoy, les intrigaban los comienzos. Por ello, elaboraron mitos que daban respuesta a preguntas elementales y existenciales sobre el mundo y la humanidad, tales como: ¿por qué la existencia y con qué fin? ¿Cómo llegamos aquí? ¿Quién o quiénes nos crearon? ¿Cómo comenzó todo? Entre otras. Estas narrativas, cargadas de contenido ético-teológico, presentaban a un dios creador como protagonista, quien se convertía en la deidad de los lugares y regiones donde el mito había sido escrito o contado.[1]

Los hebreos, por su parte, crearon sus propios mitos; así surge el libro del Génesis, una antología de relatos míticos cuyo personaje principal es el Dios de Israel. De este modo, al igual que el resto de los pueblos antiguos, los hebreos escribieron mitos cosmológicos o cosmologías (relatos que explican el origen de la creación), dejando en evidencia que los autores bíblicos adoptan y adaptan, e incluso niegan y contradicen, los mitos del Antiguo Cercano Oriente (Mesopotamia, Sumeria, Babilonia, Asiria, Persia y Egipto).

En particular, tenemos la historia de la creación en el Génesis, presentada en dos relatos sobre el origen del cosmos, como un mito en diálogo constante con el Enuma Elish, el mito de la creación de los babilonios. Por lo tanto, concluimos que las historias del Génesis en la Biblia Hebrea no son más que propuestas sobre cómo surgieron el mundo, la humanidad, la naturaleza y la civilización, según la comprensión de los ancestros israelitas y desde su cosmovisión antigua.

Además de mitos y cosmologías, el texto bíblico contiene etiologías. Llamamos etiologías a aquellas narrativas o secciones del texto que intentan explicar el origen de un fenómeno, evento o tradición. Es decir, por cada pregunta; ¿por qué existe el mal?, ¿por qué los dolores de parto?, ¿por qué el pecado?, ¿por qué usamos ropa?, ¿por qué  la atracción entre dos humanos?, ¿por qué la rivalidad entre dos pueblos?, ¿por qué el arcoíris?, ¿por qué hay que ‘obrar bien’?, ¿por qué las serpientes se arrastran?, ¿por qué la diversidad de culturas?), hay una etiología.

Por ejemplo, el mito de la Torre de Babel es una etiología que responde al porqué de la multiplicidad de lenguas y, por lo tanto, ofrece una explicación del fenómeno de la diversidad cultural.[2] Además, las etiologías también sirven para refutar explicaciones consideradas ‘erróneas’ que circulaban entre los pueblos antiguos. Un ejemplo de ello es el mito de la Torre de Babel, que alude a los zigurats de Mesopotamia, templos sagrados en forma de torres piramidales donde el poder terrenal y celestial se concentraba. Así, este relato teológico de la Torre de Babel funcionó como una sátira contra los imperios dominantes y opresores babilónicos, como una manera de anunciarles que el Dios de Israel era más grande que cualquier torre o imperio que pretendiera poseer toda la verdad, el poder, la autoridad y el dominio.

De este modo, el Génesis, una obra compleja compuesta por mitos escritos por distintos autores en diversos contextos y a lo largo de muchos siglos, contiene relatos de fe, religiosos y no científicos, con un interés mítico, no literal, cuyo contenido es total y completamente teológico. Es decir, los mitos del Génesis son historias, no Historia; escritos con la intención de formar, no de informar.

Como ejemplo, leamos la historia del Diluvio no como un hecho histórico, sino como un mito que busca transmitir un mensaje teológico. Pues, aunque sabemos que tal evento no ocurrió, debió de haber tenido un profundo significado para las comunidades que lo escuchaban y contaban. Empecemos por decir que, como otros escritos, el mito del Diluvio surge en tiempos de exilio en Babilonia (siglo VI a. e. c.), una época de total incertidumbre para los hebreos. Justamente, este mito tiene la intención de presentar al Dios de Israel como aquel que envía, dice, ordena, dictamina y ejecuta su voluntad[3], y que, por sobre todas las cosas, provoca un nuevo génesis (comienzo, principio, origen) en la humanidad.

El mito del Diluvio representa, entonces, una esperanza para un pueblo en exilio que lucha por sobrevivir. Así, su contenido teológico deja en claro que, aún en medio de la maldad en la tierra (Gén 6,5), Yahveh sigue confiando en la humanidad. A su vez, frente a esa confianza, siguen existiendo quienes —representados en Noé como símbolo de la humanidad justa— aceptan la invitación divina para oponerse al mal.

De este modo, concluimos que aproximarnos al texto bíblico, tomando en cuenta su peso mítico y su contenido teológico, nos llevaría no solo a reflexiones teológicas más acertadas, sino también más enriquecedoras, en medio de nuestras crisis, caos e incertidumbres, tanto a nivel personal como comunitario, local y global. A fin de cuentas, estamos frente a un relato de fe, escrito en respuesta a las múltiples interrogantes de un pueblo que buscaba sobrevivir frente a los poderes dominantes de su tiempo y los que habrían de venir.

[1] Michael D. Coogan. A brief Introduction and the Old Testament; The Hebrew Bible in its context (New York: Oxford 1University Press, 2016), 37.

[2] Ver, Voth Esteban. Comentario Bíblico Hispanoamericano (Miami: Editorial Caribe, 1992(, 187-302).

[3] Stalin Alarcón, Perspectiva Teológica del Texto Bíblico del Diluvio en Gen 6,1-9, 17:La Novedad del Mensaje Bíblico en el Material del Diluvio, 13.

Mi nombre es Efraín Belmontes, y soy de la frontera, Cd. Juárez Chih., México. Soy egresado de Garrett Evangelical-Theological Seminary con un MDiv. (Maestría en Divinidades). Actualmente, junto mi familia dirigimos el ministerio, Estandarte en el que trabajamos con niños, adolescentes y jóvenes. A la mano emprendemos junto a amigos una Comunidad de Fe, Dar.

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