W. Pannenberg: La victoria escatológica de la nueva creación. Parte I
Introducción
Por Escatología se entiende, en el imaginario colectivo popular, la futura actuación de Dios en el mundo. Esto es: que el triunfo escatológico del soberano Dios sobre los poderes del mal, tendrá lugar en el tiempo y el espacio aun distante a nosotros. Con ello, la inmediatez del futuro se excluye del aquí y ahora, pues solamente se despliega como promesa. La noción popularizada de escatología priva también a la categoría de la potencial actuación de la esperanza, pues todo es catastrófico y no existe otra salida más que la huida del mundo. Por consiguiente, la separación en la temporalidad histórica es casi irreconciliable, ya que el futuro que promete la esperanza bienaventurada y su redención de la humanidad, difícilmente se asocia a lo ya sido en la historia. Las cuatro nociones anteriores representan una Teología de la Historia fatalista, demasiado pesimista que no tiene, hoy en día, nada que decirle al mundo moderno.
En esta serie de tres ensayos analizaremos dicha problemática a partir del complejo pensamiento de Pannenberg, que representa una de las más rigurosas elaboraciones científica del quehacer escatológico en la teología contemporánea.
I. El problema de la fundamentación científica de la teología
El teólogo luterano Wolfhart Pannenberg (1928-2014) está considerado como el pensador protestante más importante de la segunda mitad del siglo XX. Nace en 1928 en Stettin, Alemania. «A diferencia de muchos de los grandes teólogos alemanes…Pannenberg no procede de una familia de pastores evangélicos, ni siquiera de una familia cristiana».[1] Ya en sus años universitarios se encontró con lecturas de Nietzsche que fueron como una sacudida para él, aun indeciso entre teología y filosofía. El encuentro con Nietzsche y su radical crítica al cristianismo le llevaron a indagar sobre la veracidad de sus aseveraciones. Se fue abriendo así el camino a la fe y su peculiar interés por la fundamentación de verdad.
Si hay un tema que Pannenberg privilegia en su extensa obra, es el de la Historia, entendida como Historia de Salvación —Heilsgeschichte—. Fraijó dice que para Pannenberg «La historia, entendida como realidad total, es el horizonte abarcador de todo su esfuerzo teológico».[2]
Pannenberg se dio a conocer en el mundo teológico con un extenso artículo publicado en 1959: Acontecimiento salvífico e historia. Dos años después, en 1961, aparecería su obra programática: La revelación como historia, que lo consagraría mundialmente como uno de los jóvenes brillantes de la teología. A partir de ahí, el pensamiento de Pannenberg se caracterizara por el interés de brindarle a la teología un estatuto epistemológico de rigor científico, que llamara la pretensión de verdad, lo cual se puede observar en Teoría de la ciencia y teología (1973). Su obra madura son los tres volúmenes de la Teología Sistemática (1988, 1991 y 1994). La cuestión del estatuto científico de la teología por el que Pannenberg aboga es lo que uno encuentra inmediatamente al inicio de Cuestiones fundamentales de teología sistemática: «Una teología que permanezca consciente del compromiso intelectual que entraña el uso de la palabra «Dios», se preocupará en la medida de lo posible de que toda verdad, sin dejar por tanto para último lugar los conocimientos de las ciencias extrateológicas, quede referida al Dios de la Biblia y sea desde él comprendida de una forma nueva». [3]
II. El telos de la nueva creación
Para Pannenberg, la teología de la creación juega un papel relevante en la comprensión de la escatología. ¡Le dedica 200 páginas! Hasta parece un énfasis desproporcionado con respecto a la brevedad de los demás temas. Sin embargo, Pannenberg entiende que sin una clarificación detallada de la teología de la creación, el resto de su sistema correría el riesgo de una débil fundamentación científica. Con tal clarificación es que abre el tema al iniciar el capítulo:
«La doctrina de la creación remite el ser del mundo a Dios como a su origen, pasando de la realidad de Dios a la existencia de un mundo. Esto acontece mediante la idea de una acción de Dios. Sólo así se define el mundo, en cuanto procedente de Dios, como creación. El mundo es producto de una actuación de Dios. Con esta afirmación se realiza una trascendental proposición sobre la relación del mundo con Dios y de Dios con el mundo».[4]
—Como nota aclaratoria, hemos de decir que nuestra reflexión está centrada en la última parte del capítulo VII: “La creación del mundo”, capítulo primero, del segundo volumen—.
La diferenciación es relevante ya que en las nociones coloquiales, la primera suele ser subsumida en la segunda, a tal grado que es difícil notar cómo se complementan mutuamente. No obstante, con el auge de la ecoteología, se va abriendo cada vez más el debate en torno a la Teología de la Creación, —al menos en Latinoamérica— que, por una parte, no es posible desligar de la Teología Política, pues las políticas ambientales son el precedente inmediato de la ecoteología. Por otra parte, la teología ya no puede formularse consecuentemente si no se integran en ella las cuestiones del debate climático. Las decisiones en torno a esto inciden decididamente en la vida del hombre, pues con ello, también están en juego las políticas públicas de las naciones.
Cuando Pannenberg elabora sistemáticamente su Teología de la Creación ya había quedado atrás el interés por ella en los círculos teológicos. De ahí que su propuesta no es simplemente la de recuperarla o ponerla nuevamente en el debate, sino de mostrar su indivisibilidad con toda reflexión teológica honesta y profundamente rigurosa. Así, Pannenberg dirá: «Creación y escatología se hallan estrechamente unidas, pues sólo en la consumación escatológica se realizará definitivamente el destino de la criatura y particularmente el del hombre. Sin embargo, creación y escatología no son realidades inmediatamente idénticas».[5] Diremos, pues, que “Creación y escatología se hallan estrechamente unidas” en el telos que las origina. La pregunta, pues, es ¿hacia dónde se encamina el futuro de la humanidad y de la creación? Para Pannenberg no hay duda alguna: se encaminan hacia la consumación escatológica del eterno reinado de Dios. En otras palabras: hacia la victoria escatológica de la nueva creación. Pero se trata de una victoria ya anticipada en los acontecimientos salvíficos de la historia. Así, el reinado de Dios sobre su creación se hace patente desde los orígenes mismos del mundo mediante la historia —ofennbarung als geschichte—.
III. Jesús, el Cristo de Dios como anticipación de la nueva historia
Al principio de la distinción categorial que Pannenberg establece entre creación y escatología, se encuentra la íntima relación intratrinitaria de Dios, pues la vida, vista como continuum, es vida que interroga por la facticidad histórica del acontecer salvífico. En dicho acontecer, la vida de Dios es el despliegue de la conservación mediante la participación del Hijo como sustentador de lo creado. Pannenberg escribe:
«No sólo el hombre sino toda la creación está destinada a participar de la vida divina. ¿Por qué si no habría de gemir (Rom 8,21s) bajo la servidumbre de la corrupción? Este gemir de la creación extrahumana, lo mismo que en el caso del hombre (Rom 8,26), habrá que entenderlo como expresión de la presencia del vivificante espíritu de Dios en las criaturas. El Espíritu creador divino actúa de modo vivificante en toda la amplitud de la creación, pero su presencia en las criaturas es también sufriente debido a la condición corruptible de estas; de igual modo que el hijo actúa creadoramente en la producción de diversos tipos de criaturas, hasta que él mismo adquiere forma de criatura en el hombre, en un hombre».[6]
El nuevo hombre es el ser escatológico en el que se anticipa el futuro del acontecer histórico. No obstante, se trata de un acontecer en el que la historia se desenvuelve como paradoja, en tanto que la tensión escatológica abre la historicidad del ser hacia lo porvenir, que se entiende ahora en superación del pesado proléptico. Así, Pannenberg dirá que: «En la predicación de Jesús, la escatología ya no es simple extrapolación de una tradición fundada en un acontecimiento salvífico del pasado cuya autoridad se presupone, sino que su contenido medular, el venidero reinado de Dios y la relación del hombre con el futuro de tal reinado, se convierte en criterio de una visión y transformación crítica de todo lo transmitido».[7]
Conclusión
La escatología ya no puede entenderse sin su precedente político, en cuanto que lo escatológico no refiere la unilateralidad del porvenir, sino que esta, en tanto anticipación del «Reino de Dios y su justicia» ha de presentarse como crítica de los poderes fácticos, que en su intento de eclipsar la belleza y majestad de la imagen de Dios en el hombre y en la creación, atentan contra la dignidad de la vida. De ahí que con Pannenberg se habilita una Teología crítica de la historia. Aunque se ha querido ver en Pannenberg un “pacifismo excesivo”, casi como “silencio cómplice” refugiado en la exigencia de ecumenidad –pues no demuestra la radicalidad de teólogos como Bonhoeffer–; eso es, sin embargo, no entender al teólogo luterano que en 1971 escribía:
«Debemos ocuparnos del hombre y de la problemática de su obrar sólo a la luz del futuro del reino de Dios que viene. Esto no significa de ninguna manera que el reino de Dios haya de pensarse únicamente como futuro que está aún pendiente de llegar, como si los hombres no pudieran hacer nada, sino esperar cruzados de brazos su llegada. Nada más opuesto al mensaje de Jesús para quien la venida del reino de Dios motivaba precisamente su acuciante actualidad para la acción presente de los hombres».[8]
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[1] Martínez Camino, Juan A. “Introducción”, en Wolfhart Pannenberg, Teología Sistemática I, Madrid, UPCO, 1992, p. x [2] Fraijó, Manuel. El sentido de la historia. Introducción al pensamiento de Wolfhart Pannenberg, Madrid, Cristiandad, 1986, p.12 [3] Pannenberg. Cuestiones fundamentales de teología sistemática, Salamanca, Sígueme, 1976, p.15 [4] ___Teología Sistemática II, Madrid, UPCO., 1996, p.148 [5] Ibid., p.151 [6] Ibid., p.148 [7] Ibid., p.158 [8] ___Teología y reino de Dios, Salamanca, Sígueme, 1974, p.14
Mitz, gracias por este articulo. Me gusta mucho Pannenberg y sus pensamientos en el Cristo Histórico. Tienes mucha razon, la escatológica debería de ser interpretada y comprendida a través de la creación. La escatologia es nuestra esperanza del presente.