La discapacidad y la teología contemporánea 1
Una de las preguntas que más nos hacemos en la iglesia hoy día, es la pregunta de la salvación. Primero, ¿qué es la salvación? Y segundo ¿quién es o quién puede llegar a ser salvo? Estas son preguntas que han estado desafiando a la iglesia desde los tiempos en que Jesús caminó entre su gente, hasta el día de hoy.
Hoy hablamos de la salvación como un mero ejercicio espiritual. La salvación en muchas iglesias se ha vuelto un acto sensacionalista y se ha llevado al ámbito hiper individual. Por ejemplo, en algunas iglesias se le ha dado mucho énfasis a la oración personal de salvación, en donde el creyente (o futuro creyente) es invitado a hacer una oración de arrepentimiento e invitación a Jesús a su corazón.
Claro está que esto trae algunos retos teológicos. Entre ellos están las interrogantes como, ¿quién puede ser salvo? ¿Se puede perder la salvación? ¿Cuáles son los requisitos para alcanzarla? Y ¿cómo sabemos si alguien es salvo? Entre otras.
Todas estas preguntas son interrogantes importantes. Especialmente cuando partimos de la doctrina de la salvación desde la perspectiva de la persona que tiene y posee todas sus facultades mentales. Esta persona puede tomar, tanto la decisión de arrepentirse, como la decisión de hacer la oración de invitación a Dios. Pero ¿qué pasa si la persona no tiene toda su capacidad mental? ¿Cómo puede arrepentirse alguien que no sabe que ha hecho algo malo? Y más aún ¿cómo puede una persona discapacitada invitar a Jesús a su corazón? En mi opinión, todas las interrogantes anteriores son importantes, pero ellas en realidad parten desde un plano salvífico erróneo.
La doctrina de la salvación a la luz del discapacitado
La doctrina de la salvación en la teleología, se denomina soteriología (o estudio organizado de la salvación) y es parte fundamental de la fe cristiana. De hecho, esta doctrina es la que separa nuestra fe de otras religiones en el mundo.[1] El hecho de que haya un mediador mesiánico que haya muerto en la cruz para asumir y redimir el pecado de la humanidad (lo que llamamos el regalo de la salvación y que no puede ser comprado o ganado) es lo que hace al cristianismo único y especial. Según la teología sistemática (la organización metodológica de nuestras doctrinas de fe), en su forma más simple, la salvación involucra “…la acción salvífica de Dios, el arrepentimiento del pecador y el regalo de la fe en Dios.”[2]
Claro está que la doctrina de la salvación ha pasado por muchos cambios en los últimos 2000 años. Uno de los cambios más notables ha sido la bifurcación del trabajo de Jesús con el trabajo del Espíritu Santo[3], y la individualización de la salvación debido al énfasis dado al entendimiento, arrepentimiento y aceptación.[4] De hecho casi todas las teologías sistemáticas hacen énfasis en la presencia de tres elementos en la salvación: 1) El entendimiento de que Dios existe, que somos pecadores y tenemos la necesidad de ser libres del pecado. 2) El arrepentimiento de nuestra condición pecaminosa. 3) El aceptar el regalo de la salvación por medio de la fe.[5] Claro está que el arrepentimiento y la salvación han ido mano a mano desde el principio de nuestra fe, sin embargo, este tipo de énfasis en el arrepentimiento individual crea problemas para personas con discapacidad mental.
Una persona que no tiene la habilidad de poder arrepentirse (o de incluso entender que hay pecado en él o ella), en la estricta forma en la cual bosquejamos la salvación hoy día, no puede ser salva. Esto excluye a millones de personas que tienen Síndrome de Down, Autismo, Asperger, Trastorno de Bipolaridad o Depresión, entre otras condiciones de discapacidad mental que están presentes en el mundo. De hecho, la organización mundial de salud, estima que más del 25% de la población mundial posee algún tipo de discapacidad mental.[6] Si la doctrina de la salvación no es delineada desde otra perspectiva bíblica, este 25% de la población mundial queda condenado. Esto es un problema teológico serio, y un reto muy grande para la iglesia de hoy.
La salvación como acto de la trinidad
Entonces, ¿cómo podemos delinear la salvación desde otra perspectiva bíblica, una que incluya (y no excluya) a tantas personas en el mundo con discapacidad mental, sin comprometer lo importante del acto del arrepentimiento en el proceso? Este es el meollo del asunto, ¿cómo podemos tener una doctrina de la salvación que incluya a personas con discapacidad mental?
La recapitulación bíblica de la salvación como un acto de la trinidad en conjunto, nos puede dar un mejor punto de partida teológico. La salvación en sí es un acto de la divina Trinidad. El problema está en que desde las perspectivas sistemáticas actuales, Cristo provee la salvación objetiva (por ejemplo: la justificación), mientras que el Espíritu Santo provee la salvación subjetiva (por ejemplo: la santificación) lo que lleva al trabajo del Espíritu a ser seguido por, y subordinado a, el trabajo de Jesús en la cruz. Claro está que esto es una herejía, pero sigue siendo un énfasis común en muchas iglesias en la actualidad.
A pesar de lo anterior, tanto Jesús como el Espíritu Santo participan a la misma vez dentro del acto salvífico.[7] Esta perspectiva de la salvación como acto de la trinidad, abre las puertas a la inclusión de personas con discapacidad mental. Por ejemplo, el teólogo Amos Yong argumenta que la salvación para una persona que tiene discapacidad mental solo es posible a través de la acción salvífica del Espíritu Santo.[8] Para Yong la salvación tiene siete dimensiones: personal, familiar, eclesial, material, social, cósmica y escatológica. Este trabajo no me permite abordar con detalle cada una de ellas, pero el punto crucial para las personas con discapacidad mental, es que la salvación es más que un acto individual y que es mucho más complejo que solo una oración de arrepentimiento. La salvación es el trabajo completo de Dios dentro y fuera de la persona, sin importar sus capacidades, la gracia alcanza a muchos/as que no tienen todas sus facultades mentales. John Wesley lo llamó la gracia preventiva.
El Espíritu Santo puede entrar en el corazón de una persona que no tiene todas sus capacidades mentales, y puede salvarla. Si creemos que el Espíritu puede escudriñarlo todo, hasta lo más profundo del corazón de Dios, (1ra Corintios 2:10) ¿qué no puede hacer en el corazón de nuestros hermanos y hermanas que tiene discapacidad mental? Esta es una buena interrogante.
Por último, cabe decir que la iglesia tiene que responder a la problemática de la discapacidad mental. ¿Cómo puede la iglesia abogar por la inclusión de millones de personas que están siendo teológicamente marginadas hoy? Esto es un reto global y nuestros hermanos/as con discapacidad están esperando que la iglesia sea parte de la solución y no de la exclusión. Y ¿tu? ¿Cómo vas a responder a esta problemática? ¡Se parte de la solución y no de la exclusión!
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[1] Thomas C. Oden. Systematic Theology. Volume Three. Life in the Spirit. (Peabody, MA. Hendrickson Publishers. 2006),81. (Mi propia traducción)
[2] Oden. Systematic Theology, 79.
[3] Amos Yong. The Spirit Poured Out on All Flesh. Pentecostalism and the possibility of Global Theology. (Grand Rapids, Michigan. Baker Publishing Group. 2005), 81 (Mi propia traducción)
[4] Wayne Grudem. Systematic Theology. An Introduction to Biblical Doctrine. (Grand Rapids, Michigan. Zondervan. 1994, 2000), 712. (Mi propia traducción)
[5] Grudem. Systematic Theology, 712
[6] https://www.who.int/whr/2001/media_centre/press_release/en/
[7] Yong, Spirit Poured Out, 82. Este es el argumento más grande que tienen los teólogos pentecostales en contra del protestantismo y su eje cristológico central.
[8] Yong, Spirit Poured Out, 90
Excelente reflexión y original..que pone en la superficie un tema que hay que hablar …la salvación inclusiva en todas sus dimensiones.!!!!
Gracias querido hermano y amigo por este aporte
Gracias, Pablo!
Me encantó el artículo! Definitivamente es un tema necesario y poco hablado. Me encanta la forma en la que se contempla e incluyen a las personas más marginadas dentro de las sociedades en las que vales por lo que sabes. Gracias por abrir la puerta y la esperanza a todas y todos aquellos que son diferentes.
Muchas gracias Fernanda!