Al mundo paz; ¿la paz de Jesús o la pax de César? Una invitación a producir y reproducir paz

EL SHALOM SE HACE CARNE

Hablemos de la Paz. ¿Qué es? ¿Cómo se alcanza? ¿Por qué es necesaria? Y, sobre todo, ¿quién la ejerce? Por Paz, nos referimos no simplemente a ausencia de guerra sino a abundancia de vida, plenitud y armonía. Si bien, creemos y sostenemos, la paz se asoma en Jesús; ese Sholom tan anhelado se hace carne, para nuestra sorpresa Jesús no se queda con la Paz, sino que insiste en repartirla a todos y a todas. De acuerdo a Juan, Jesús nos hace entrega de ella. Dice, “La paz les dejo, mi paz les doy, no como el mundo la da…” (Juan 14:27). La pregunta pendiente sería, si Jesús nos la da ¿qué impide generarla?, ¿A caso nos la han quitado? ¿Habría pues que despertarla, revivirla y avivarla? Esto, y un par de cosas más en las siguientes líneas.

¿JESÚS O CÉSAR?

Mucho antes de que Jesús naciera ya había una Paz que reinaba entre los romanos, la Pax Romana, título de su era cúspide (69 d.C-180 d.C.) cuyo fruto fue la civilización. Pero, ¿pax a qué costo? Habría que recordar que la Pax Romana entre muchas cosas consistió en abrir caminos, lo cual a su vez hizo posible una expansión por todo el mediterráneo. En otras palabras, hizo posible una colonización.

Profundicemos aún más en el contexto. Históricamente, el término “paz” así mismo con, “gracia”, salvación”, “evangelio”, “justicia”, e incluso, “pecado”, y “expiación” son términos políticos, asociados con el Imperio Romano. No son propios del cristianismo. Jesús no los invento. Pero no solo eso, también los títulos atribuidos a Jesús, por la Teología Paulina como, “Hijo de Dios”, “Señor”, “salvador”, “redentor”, “libertador, tienen su uso en el contexto político, se les eran atribuidos a César Augustos. Era el, señor, liberador, y salvador del Imperio. No por nada la interrogante con la que empieza el tercer siglo, “¿César o Jesús?”.1 Mientras los Romanos proclamaban, “Solo Kaiser”, César es el Señor, los cristianos decían, “Solo Kyrios”, Jesucristo es Señor. ¿Y por qué esta gran disputa? Los dos prometen paz al mundo, empero, una gran brecha entre ambas. La del Imperio es a través de victoria violenta, y mientras que la cristiana, a través de justicia no violenta.2

La Pax Romana era un yugo difícil de cargar pues implicaba rendir cuentas al Imperio, Imperio cuya política era a base de violencia, represión y conquista (no olvidemos ese cruel mandato del Rey Herodes en Mateo 2:16-18). En resumen, los Romanos vendían la paz, siendo ellos mismo los que la quitaban. Vaya ironía. Pues como hasta hoy, para vender paz hay que generar caos, crisis, crueldad y terror. Habría paz en la tierra, según la Teología Imperial cuando todo estuviera tranquilo y ordenado,3 solo que ellos se encargarían del orden. Dentro de esta lógica de orden, los cristianos fueron forzados a escoger entre el hijo de dios, César, y el hijo de Dios, Jesús.

Dicho sea de paso, los Romanos llamaban a los cristianos, “ateos” pues tenían a un Dios y se rehusaban a adorar a sus dioses. Aquí, lo que más molestó fue el pensamiento crítico de los cristianos y su poca credibilidad hacia su dios-imperial y sus dioses. A partir de ello, entre otros conflictos, intereses y razones los primeros cristianos se enfrentaron a múltiples persecuciones.

PHÁRMAKON

Es con esta paz Imperial con la que Jesús dialoga. Por un lado, se da a entender que en el mundo hay más de una paz. Ayer fue la Pax Romana, ¿hoy cuál sería? Entonces bajo este contexto las palabras de Jesús cobran fuerza. La paz que Jesús ofrece no es como la de los Romanos, pero tampoco cómo la de ningún otro Imperio actual cuya agenda sea ofrecer una paz que ellos mismos nos arrebatan. Pensemos en la palabra griega, phármakon de la cual sacamos farmacia que tiene dos connotaciones aparentemente contrarias, veneno y remedio. Temo que así sea la paz que se nos presenta. Hasta hoy en día es muy fácil encontrar placebos y opios que nos calmen por momentos; dinero, marcas, autos, lujos, modas, fama y prestigio. La pregunta sigue siendo la misma ¿paz a qué costo? Únicamente en EE. UU. entre el 30-40% de la comida que se compra en el supermercado se desperdicia.4 Consumimos más de lo que deberíamos y por consecuencia al mar caen 12 millones de toneladas de plástico cada año, sin mencionar las toneladas de miscroplásticos.5 Habrá más plástico que vida acuática en un futuro no muy lejano. Comprobamos pues que la paz de hoy, por un lado, “alivia” y por el otro, envenena. Habría entonces que analizar con mucha sospecha los tipos de paz que se nos presentan y sus agendas.

Galeano, con mucha sospecha en contra de la guerra y sus principales promotores hace una crítica, dice, veo hipócrita el llamado a la paz cuando proviene de países que hacen la guerra. He ahí la urgencia por preguntarnos, ¿es la paz que hoy en día presenta el Imperio, agua para un fuego que ellos mismos alimentan? ¿Acaso no es absurdo que los mayores creadores de caos prometan alivio?

PRODUCIR Y REPRODUCIR PAZ

Por el otro lado la Paz de Cristo es gratuita. Este mensaje sí que tuvo que incomodar al Imperio. Pues la paz, Jesús deja en claro, no emana de una fuerza Imperial exterior. El imperio no es fuente de paz, si no que Jesús nos deja su Paz para que nosotros la generemos. Sus discípulos y discípulas la producimos y reproducimos. Habría entonces qué adoptar esa Paz que Jesús nos deja—revivirla, avivarla, puesto que nos fue dada por Jesús mismo—. Podríamos hacer nuestra, si queremos, la oración de Francisco de Asís, “Señor, haznos instrumentos de tu paz”. Me encanta, porque no es el clásico cliché, “Señor trae Paz”. Muchos siglos atrás alguien maduró en su fe e hizo de la paz un imperativo. De eso se trata, quizá, de provocar paz. Podemos observar cómo Pablo produjo y reprodujo Paz cuando le hizo un llamado a Filemón de poner en libertad a su amigo, Onésimo (Filemón 8; 22). También la generó al adoptar la lucha por erradicar los modelos jerárquicos de poder, de hombre y mujer, gentil y judío, y esclavo y libre (Gálatas 3:28). Pues si de alguna manera diferenciamos la Paz de Jesús con la paz del imperio es porque la de Jesús (según la Teología Paulina) tiene implicaciones de justicia y equidad, no de violencia y conquista. Entonces, hoy más que nunca hacen falta esos y esas hacedoras de Paz que logren generar Paz a la manera cristiana. Insisto pues en adoptar esa Paz que Jesús nos deja, revivirla y avivarla, y por lo tanto, producirla y reproducirla.

DESMONOPOLIZAR LA PAZ

Entonces, si la paz se ha encarnado en la humanidad, dejemos de voltear a ver lo que el imperio nos ofrece, y de ponerla en manos de los grandes poderes y señoríos. Desmonopolicemos pues la paz de cualquier entidad política e incluso religiosa institucional. Por el contrario, ejerzamos la Paz que la humanidad ya genera. Ahora que se acerca navidad, que logremos hacer de esa Paz que nació en Belén hace dos mil años una paz que sigue naciendo una y otra vez, hoy mañana y siempre, ahí donde Dios nos llama a servir, en conjunto y desde nuestra particularidad y contexto, a través de la fe y espiritualidad múltiple y diversa. Hasta entonces podremos cantar, bailar, gritar con seguridad y alegría: al mundo paz.

1 Reading the Early Church Fathers; From the Didache to Niceae (Mahwah, New Jersey: Paulist Press, 2012), 157.

2 Borg, Marcus J.; Crossan, John Dominic. The First Paul; Reclaiming the Radical Visionary Behind the Church’s Conservative Icon. Harper Collins. 121

3 Ibid

4https://www.sas.org.uk/our-work/plastic-pollution/plastic-pollution-facts-figures/.

5https://www.eea.europa.eu/publications/microplastics-from-textiles-towards-a#:~:text=Between%20200%2C000%20and%20500%2C000%20tonnes,few%20times%20textiles%20are%20washed.

 

Mi nombre es Efraín Belmontes, y soy de la frontera, Cd. Juárez Chih., México. Soy egresado de Garrett Evangelical-Theological Seminary con un MDiv. (Maestría en Divinidades). Actualmente, junto mi familia dirigimos el ministerio, Estandarte en el que trabajamos con niños, adolescentes y jóvenes. A la mano emprendemos junto a amigos una Comunidad de Fe, Dar.