Walter Benjamín: Un acercamiento Teológico a la “sexta tesis” sobre la Historia. Parte II
Introducción
El 25 de junio del 2020, presentamos en este blog una breve introducción a uno de los intelectuales y críticos de la modernidad más destacados de los últimos tiempos. Se trata del pensador judío-alemán Walter Benjamín, cuya obra representa una riqueza enorme con infinitas derivas para la investigación teológico-académica, y para la difusión cultural, sobre la condición de nuestro mundo moderno en el contexto de permanente crisis que nos asedia. Tal riqueza constituye no solo un reto para los lectores simpatizantes, sino también para los intérpretes especializados. No obstante, dicha riqueza de perspectivas y abordajes deslumbrantes son, así mismo, una seria invitación a adentrarnos en las profundidades de su teología. Quién acepte la invitación, notará inmediatamente la complejidad del desafío que entraña. De ahí la relevancia de tomarnos en serio un acercamiento teológico, y, lo hacemos en razón de que la teología es uno de los hilos conductores que atraviesa sus escritos, consecuentemente, desde sus planteamientos es que nos dejamos iluminar en el oscuro camino que hoy nos toca transitar, creyendo ver en ellos el destello de una «chispa de esperanza» que nos habla acerca de la venida del Mesías y con él, la instauración de un tiempo nuevo: «Y oí una gran voz del cielo, que decía: “El tabernáculo de Dios está ahora con los hombre. Él morará con ellos, ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos como su Dios» [Ap.21:3].
I Sobre la utilidad de la crítica teológica en la cultura
Benjamín es un crítico agudo, pero la suya no es una crítica que solo derriba y deshace, más bien es un reconstruir la cultura mediante la crítica inteligente. Iniciaremos formulando la tesis de que en Walter Benjamín asistimos a la crítica teológica de la cultura y de la modernidad nihilista, como servicio a la vida y como diagnóstico certero sobre el porvenir de esperanza y realización mesiánica de un tiempo nuevo donde, finalmente, la justicia se impondrá y el amor triunfará. En Benjamín, ya se trate de literatura, historia, arte, política, derecho, economía, tecnología, filosofía, teología, ética, moral, religión, o una vasta variedad de temas, la crítica teológica de la cultura viene siendo el hilo conductor en su pensamiento. En ello reside el correctivo de las tendencias interpretativas aisladas. Pues, ¿cómo ha de legitimarse el ejercicio hermenéutico en el pensamiento benjaminiano, si no es mediante el reclamo de haber reconocido en un plexo crítico omnienglobante, su pretensión de legitimidad?
Ya en El concepto de crítica de arte en el romanticismo alemán Benjamín mismo nos sugiere esta alternativa:
«Una definición del concepto de crítica de arte no se podrá pensar sin premisas epistemológicas, como tampoco sin premisas estéticas; no sólo porque las últimas implican a las primeras, sino ante todo porque la crítica contiene un momento cognoscitivo, se la toma por lo demás por conocimiento puro o ligado a valoraciones. Así pues, también la definición romántica del concepto de crítica de arte se construyó por entero sobre premisas epistemológicas, con lo cual evidentemente no se quiere decir que fuera a partir de éstas como los románticos obtuvieron conscientemente el concepto. Pero el concepto como tal, como en último término todo concepto que con razón se llame así, se apoya en premisas epistemológicas»[1]
Y más adelante, en el mismo tratado, reproduce las palabras de Schlegel:
«La crítica…trata de preservar el ideal de la humanidad en la medida en que…avanza hacia aquella ley que, vinculándose con las leyes previas, garantiza el acercamiento al eterno ideal de la humanidad»[2]
En esta ocasión, para la interpretación de la VI Tesis en Sobre el concepto de historia –Über den Begriff der Geschichte—, redactadas en 1940 y publicadas en 1947, nos basamos principalmente en el libro I, volumen 2, de las Obras Completas de Walter Benjamín, —Gesammelte Schriften, 11 volúmenes, editadas por Rolf Tiedemann y Hermann Schweppenhäuser en 1989. La edición, además, cuenta con la colaboración de Theodor W. Adorno y Gershom Scholem.[3]
«Articular el pasado históricamente no significa reconocerlo «tal y como propiamente ha sido». Significa apoderarse de un recuerdo que relampaguea en el instante de un peligro. Al materialismo histórico le toca retener una imagen del pasado como la que imprevistamente se presenta al sujeto histórico en el instante mismo del peligro. Y éste amenaza tanto al patrimonio de la tradición como a sus propios receptores. Para una y otros él es uno y el mismo: a saber, convertirse en instrumento de la clase dominante. Así, en cada época es preciso intentar arrancar de manos de nuevo la tradición al conformismo que siempre se halla a punto de avasallarla. El Mesías no viene solamente como el Redentor; viene como vencedor del Anticristo. El don de encender la chispa de la esperanza sólo es inherente al historiógrafo que esté convencido de que ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si es que éste vence. Y éste enemigo no ha cesado de vencer»[4]
II La potencialización de la crítica teológica contra el establishment
Con «el instante de un peligro» Benjamín refiere el ascenso del nazismo al poder bajo el mando de Adolfo Hitler (1889-1945), ambos prefiguraciones del Anticristo que avanzaba arrolladoramente sobre la Europa del siglo XX, hundida en la Segunda Guerra Mundial. Así, «la clase dominante», es alusión al Tercer Reich como el nuevo Establishment, poder fáctico, avasallante político y militarmente. Por eso al final de la Tesis se le ve como el mortal enemigo que no cesaba de vencer e incluso, con su potencial podía afectar la misma memoria histórica.
Puede parecer contradictorio, pero la lectura del tiempo motivada por los ideólogos del Tercer Reich consistía en interpretar la historia en función del futuro, de ahí su fuerte atractivo sobre las masas que tanto exaltaban al Führer. La metanarrativa del supremacismo racial explicitada en la categoría de raza aria tan propagada por el Reich, es efectivamente eso, pues el advenimiento del “gobierno mundial” por un hombre superior –que erróneamente se identificó con el Übermensch del que Nietzsche habla en su Zaratustra, y personificado en Hitler–, remite claramente al futuro acontecimiento de una historia nueva. Pues el Über es lo próximo a llegar, lo que viene como nuevo. Así, la apertura del horizonte histórico, en su facticidad hermenéutica, se desenvuelve en tres perspectivas globales: una es interpretar el presente en función del futuro; la otra es interpretar el presente desde el pasado, –que fue la opción característica de Nietzsche plasmada principalmente en su Segunda Consideración Intempestiva–[5] y; finalmente, interpretar el pasado desde el presente, –es la opción más usual en las narrativas historicistas–. La primera categorización es la que utilizaron, tanto los ideólogos del Tercer Reich, así como Benjamín. Y, solamente desde ella es que se podía responder a las amenazas latentes en la metanarrativa del supremacismo racial pro-nazi. Pues ambas giran en torno a una elaboración escatológica. No obstante, lo del Tercer Reich era una radicalización escatológica grotesca. Las dos categorizaciones restantes carecen del potencial escatológico crítico para responder a la problemática, pues lo que estaba en juego era el implante de una metapolítica –totalitarismo–. De esta manera, el advenimiento de un redentor ario, cuyo linaje reinará con «vara de hierro sobre las naciones», deviene Anticristo. Así, en las Tesis sobre el concepto de historia se trata de desmitificar la falsa redención de los totalitarismos, oponiendo una prolepsis: el advenimiento del Mesías y con él, la irrupción de una historia nueva. Por eso, en Benjamín, la historia se interpreta en función del futuro: «la chispa de la esperanza» es la irrupción del tiempo mesiánico en redención del ahora. El Jetztzeit porta la semilla de la redención y mantiene viva la esperanza.
III El concepto de tiempo-ahora como irrupción de la esperanza
Cuando la tesis dice: «Articular el pasado históricamente no significa reconocerlo «tal y como propiamente ha sido». Significa apoderarse de un recuerdo que relampaguea en el instante de un peligro», está refiriendo el potencial que los historicismos tienen para modificar la memoria histórica. Pues, mediante el implante de una concepción mecanicista del devenir se anula la irrupción de la esperanza en el Jetztzeit, esto es: el «tiempo-ahora», que reclama su derecho a ser redimido.
Teóricamente, el Jetztzeit se opone al mecanicismo cientificista en cuanto critica de metanarrativas predeterminadas, “como si” la historia fuera una categoría cerrada. Así, el monocausalismo historicista encuentra su singularidad fáctica en el oficialismo que le provee una poderosa fuerza legitimándola. Esta se abre paso en abierta oposición a la «débil fuerza mesiánica» –Tesis II–[6] que irrumpe reclamando su obertura. Incluso, su reclamo es tan íntimo y profundo como la misma memoria. Se trata pues de una memoria en busca de justicia, pero no una justicia en el futuro distante, al modo de utopía, por tanto irrealizable, sino en el aquí y ahora, en el «tiempo-ahora» que la restituye, solamente así se puede hablar de una memoria redimida. Pero ¿es la redención una búsqueda singular del acto de memoria o, mejor dicho, de “toda” memoria? Cuando Benjamín habla de arrancar la tradición de manos del conformismo, está asociando el acto con las protestas contra la «clase dominante» que propugna por la exaltación del olvido. Desde el olvido es que se socava toda memoria. Los desterrados de la historia, lo son porque primero se les expulso de la memoria. De ahí que la memoria es un volver en sí, una indagación en el poder genealógico al modo de exploración identitaria. La historia sin memoria es el triunfo del conformismo que la avasalla. No obstante, peor aún que el olvido, es la memoria mecanizada, pues esta responde en función del «conformismo», que como el autómata de la primera tesis, ha perdido toda voluntad. Su nulidad es absoluta y la justicia queda soterrada en cuanto que existe únicamente como abstracción jurídica. El concepto repara en vaciedad del contenido. En la memoria mecanizada no existe ningún acto proléptico, solamente un vacío solipsista conceptual. ¡Un nihilismo que gusta tanto al «historiador historicista»! [7] ¡Un nihilismo que puede apoderarse del Teólogo!
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[1] Benjamín, Walter. Obras. Libro 1.Vol. 1, Madrid, Abada, 2006, p.14
[2] Ibíd., p.46
[3] ___Benjamín, Obras. Libro 1. Vol. 2, Madrid, Abada, 2008, pp.306-318
[4] Ibíd., pp. 303-307
[5] Nietzsche, Friedrich. Sobre la utilidad y el perjuicio contra la vida [II Intempestiva], Madrid, Biblioteca Nueva, 2010, pp. 140
[6] Benjamín, op. cit., p.306
[7] Löwy, Michael. Walter Benjamín: Aviso de incendio. Una lectura de las tesis “sobre el concepto de historia”, Buenos Aires, FCE., 2002, p.81
Conceptos superpuestos de temporalidad interconectada para recuperar el sentido de uno mismo y exorcizar a la amnesia como al adjutora de que aquí eso nunca pasó. Saludos Mitzrrahim…