Moldeado por gracia, aplicación pastoral al dilema del suicidio
Mi familia y yo recibimos la noticia, el domingo en la noche, de que un buen amigo falleció esa mañana. La noticia nos movió hasta lo más profundo de nuestros corazones. Este hombre joven, casado, con 3 hijos, un buen trabajo, involucrado en la iglesia, con amigos sólidos, sin ningún aparente “problema”, término su vida en un suicidio ese domingo.
Al principio la noticia me molestó y de verdad que pensé, que egoísta, dejó a su esposa con 3 hijos sola, y no pensó en ellos/as al hacer este acto tan egoísta. Lo más impresionante del asunto, fue que yo no estaba solo al pensar esto. Varias personas me llamaron y tuvimos conversaciones acerca del suicidio y sobre qué es “lo que dice la biblia” al respecto.
Claro está que hacer teología de forma hipotética es lo más fácil del mundo. Pensar en lo que dice o no dice la biblia sobre estos temas éticos tan complicados, como un ejercicio mental es simple. Sin embargo, en la práctica pastoral, estos ejercicios mentales van mucho más allá de lo hipotético y lo simple. Las vidas que son afectadas (muchas de ellas, como el caso de sus hijos que serán afectadas por años y años); los temas que hay que tratar antes de llegar al acto del suicidio en sí, como la depresión, la falta de esperanza, etc.; y todas estas complicaciones pastorales entre la familia, los amigos/as más cercanos y la comunidad de fe, no son el resultado de un aparente acto personal egoísta.
En otro artículo, traté la doctrina de la salvación con un enfoque en la discapacidad metal. No quiero entrar mucho en el tema aquí, pero vale la pena mencionar que las personas que hacen preguntas en cuanto a “qué dice la biblia del suicidio” están preguntando sobre la salvación y la gracia de Dios para con la persona que comete el acto. Esto es lo que está detrás de estas interrogantes, no me cabe la menor duda. La raíz de la pregunta es: ¿a dónde va esta persona, al cielo o al infierno?
Creo que es importante comenzar la discusión teológica en cuanto al suicidio en otro plano. Un plano que reconozca que, en las dinámicas conceptuales de la religión, como lo indica Núñez, la categorías y términos que definen las conductas personales son instituidas en una axiología religiosa de naturaleza moral.[1] Así que cuando un hermano/a de la iglesia pregunta: “¿qué dice la biblia del suicidio?”, no está preguntando lo que literalmente está escrito sino que está debatiendo la acción del individuo (o el acto suicida) en un plano moral preestablecido.
Aunque la Biblia no tiene pasajes que moralmente condenen el suicido, si vemos que la biblia tiene diferentes historias de personas que cometieron actos suicidas. Los ejemplos más comunes son el rey Saúl en el AT (1era de Samuel 31:4) y Judas Iscariote en el NT (Mateo 27:5), y ambos casos son vistos como consecuencia de acciones negativas que van en contra de la voluntad de Dios. Es quizá por eso que el estigma y el tabú del suicidio siguen vivos en nuestras iglesias hasta el día de hoy. Pero creo que debemos reconocer que esta axiología moral es super importante, para poder tener una discusión honesta en cuanto al dilema del suicidio.
Si la axiología de la conceptualización de lo moral está basada en el hecho de que una persona posea todas sus capacidades mentales, entonces en el caso de personas con discapacidad mental o limitaciones por problemas médicos (como por ejemplo la depresión, una enfermedad que limita dicha capacidad mental), dicha conceptualización moral no puede funcionar de la misma forma. Con esto no estoy diciendo que nuestra moral esta errónea, sino por el contrario, estoy diciendo que nuestra moral tiene que ser vista desde un paradigma ético moldeado por la GRACIA de Dios para abrir puertas al dialogo de inclusión de personas que sufren algún tipo de limitación mental.
El acto suicida en sí no debe ser el punto de enfoqué (moralmente hablando), ni como acto de cobardía, ni como acto egoísta. El enfoque debe estar en la vida de la persona, pero sin llegar al punto de decir que podemos ver o juzgar a la persona por el fruto de su vida.
Claro está que teológicamente hablando esto es inconsistente, y pastoralmente hablando es condenador. Personas que sufren de algún tipo de discapacidad mental, como ya he argumentado anteriormente, no tienen la misma función cerebral que personas que llamamos neuro-típicas.[2] Si agregamos los hechos médicos de la depresión, las adicciones, los problemas familiares, la presión externa de nuestra sociedad, el abuso (tanto sexual, físico, o emocional), y miles de factores que influyen nuestras decisiones/acciones diarias, entonces tenemos que empezar el dialogo girando en un eje moral diferente que no esté limitado por una dicotomía moral absoluta.
Estadísticas muestran que casi ochocientas mil personas se suicidan cada año a nivel mundial, la mayoría jóvenes entre 15 y 19 años.[3] En estos casos de millones de personas que han fallecido por sus propias manos, por razones que van mas allá de dicha dicotomía moral, ¿acaso la gracia de Dios no puede alcanzarlas? ¿Cómo podemos condenar a una persona basados en solo un acto, ignorando la totalidad de sus vidas? ¿Quién toma estas decisiones? ¿Quién puede excluir o incluir un alma al cielo? Estas son preguntas teológicas/éticas válidas que preceden la pregunta pastoral: “¿Qué dice la biblia del suicidio?” Aún más, si la persona no tiene o no posee todas sus capacidades mentales, ¿cómo nuestras categorías morales pueden ser precisas a cada caso individual?
Teológicamente hablando, quizás es tiempo de reconfigurar nuestra ética a una moral que refleje menos un ideal moral inalcanzable, y que más bien esté fundada en una gracia inentendible. Solo así, quizás podremos empezar a tener conversaciones honestas, sobre el dilema ético que está detrás del acto del suicidio, para romper con los tabúes de temas fuertes como: bullying, la depresión, la adicción, el abuso sexual, entre otros.
Si el suicidio es un fenómeno complejo que requiere una respuesta integral, desde los campos de la medicina, psicología, la ética, la teología, las ciencias sociales, entre otras disciplinas, entonces también debemos trabajar en colaboración en nuestras iglesias para que de una forma práctica/pastoral podamos traer estos temas al dialogo de una forma constructiva.
Como personas que vivimos bajo la gracia de Dios, debemos entonces ofrecer esa gracia y compasión, no solo a las personas que comenten los actos suicidas, sino a todas las personas que son afectadas antes y después del acto. En cuanto a mi historia personal, Franco, te extrañaremos mucho y esperamos volverte a ver algún día. Caminamos con tu familia en este tiempo difícil, entendiendo que sin tener palabras ni respuestas a lo pasado, sabemos que la gracia de Dios está viva y trabajando en tu vida y en la de tu familia.
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[1] Jaime Alberto Carmona Parra, Editor. El suicidio: cuatro perspectivas [recurso electrónico] / Olga María Blandón Cuesta, Helmer Quintero Núñez… [etc. al]; (Medellín: Fundación Universitaria Luis Amigó, 2015), 26-27. Aunque no estoy de acuerdo con Núñez en su definición de lo que es la teología, su perspectiva del suicidio como un problema más complejo que la moralidad es muy relevante para una buena practica pastoral.
[2] El termino neuro-típico se ha popularizado desde hace uno años, por los avances logrados en cuanto al Autismo. Claro esta que el término es un poco ambiguo, pero refiere a la capacidad mental de la mayoría de las personas que no están dentro del espectro Autista.
[3] https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide. Accesado en Junio 15, 2020.