Caminando juntos. Una reseña Teológica
Dentro de la sociedad contemporánea en la que vivimos, ciertas dinámicas de descentralización están saliendo a la luz. Claro está que este proceso de descentralización comenzó entre la caída del modernismo y el surgimiento del posmodernismo. Ella ha alcanzado muchísimos niveles de la sociedad, entre ellos la religión institucional. En una “parroquia fragmentada y descentralizada” como diría Oviedo,1 nacen nuevas dinámicas de construcción de conceptos. Una de las más importantes dentro de la religión es la reconfiguración de doctrinas y dogmas que fueron dados como absolutos en períodos pasados, para enfrentar de forma fresca los retos éticos que está enfrentando la iglesia global de hoy.
En el cristianismo, una de las doctrinas más importantes que está siendo reconfigurada es la doctrina del pecado. Desde la edad media el pecado fue conceptualizado en dos ámbitos muy particulares. Primero, el pecado fue conceptualizado como la consecuencia directa de la desobediencia personal a Dios y sus decretos. De esta forma el pecado se vuelve una decisión personal que nace en el corazón del individuo. Segundo, el pecado fue conceptualizado más hacia un sentir comunitario de desobediencia a Dios y sus preceptos. De esta forma el pecado no nace solo en el individuo, pero está también dentro de las estructuras de opresión que lo influencían.
Estas dos maneras de conceptualizar el pecado no deben ser mutuamente excluyentes. Uno de los legados más importantes del trabajo de los pioneros en la teología de la liberación latinoamericana, fue precisamente denunciar que el pecado es mucho más que solo decisiones personales o estructuras opresoras. En realidad, el pecado es una composición de ambos conceptos dentro del individuo y la sociedad. Sin embargo, la practica pastoral desde el legado de los movimientos puritanos en Europa ha sido enfocada en la acentuación del pecado en el ámbito personal.
Este enfoque en lo individual, acentuado por sociedades individualistas, dio a luz a movimientos pastorales específicamente diseñados a la conversión del individuo. La salvación personal, las prácticas espirituales personales, como la oración y el ayuno, la elevación de la culpabilidad del yo, el énfasis en la caída humana (dentro de la doctrina de la imagen de Dios) entre otras cosas, fue el legado que se nos dió en América Latina por dicho enfoque de estos movimientos misioneros de los países del Atlántico Norte.
Hoy día, esta visión del pecado como algo personal es insuficiente para traer respuestas a los problemas éticos que América Latina está enfrentando. Teólogas/os centrados (as) en los avances de la Teología de la Liberación desde los años setenta, están haciendo hincapié en una nueva visión del pecado social.2 En este nuevo concepto, el pecado es tomado por lo que es, acciones del individuo en contra de la voluntad de Dios, y la influencia que ejerce la sociedad, con todas sus estructuras de poder, en el individuo.
Teólogos/as de la liberación Wesleyanos están recapturando la visión original de Wesley internada en lo medios de gracia (obras de piedad y obras de justicia) para dar una fresca mirada a la doctrina del pecado.3 Basado en este principio Wesleyano teólogos/as latinoamericanos han propuesto una nueva visión para traer respuesta a las complicaciones éticas en donde las pasadas conceptualizaciones del pecado nos han encarcelado. Uno de los conceptos que se ha propuesto para desarrollar esta visión es el concepto de la “solidaridad profunda.” Solidaridad con el oprimido y una vida espiritual basada en la justicia social pasan a ser un nuevo patrón de solidaridad con lo que Dios está haciendo en el mundo.
Claro está que el concepto nace también de una forma satírica en los límites del Atlántico Norte, el cual nos lleva a una visión teológica que está, separada de la realidad en la que viven millones de personas en América Latina. Para el latino el pecado en su mayor forma es casual.4 De la misma forma la respuesta al mismo tiene que reflejar la redención y la gracia no solo para el individuo, sino también para las estructuras de poder que afectan al mismo.
Por otro lado, teólogos/as basados en la estética y la doctrina de la imagen de Dios, han propuesto una respuesta al concepto social del pecado desde una vía más humana/bella. Desde la estética de Dios, la imagen de los pies para representar los más bello y vulnerable de Dios esta permeada por toda la escritura. Desde el mandato de Dios a Moisés a quitarse las sandalias para que sus pies tocasen la tierra santa (éxodo 3:5), hasta la poderosa imagen de liderato y humildad de Jesús lavándole los pies a sus discípulos (Juan 13:1), la imagen de los pies nos conecta como humanos al corazón de Dios, su amor y su justicia.
Es dentro de esta problemática, en donde la teología como segunda reflexión, y la gracia de Dios que trabaja bajo presión, nos lleva como latinos a cuestionar la exactitud de los conceptos del atlántico norte que son excluyentes de nuestras realidades. Nuevos conceptos teológicos tienen que surgir desde el margen y tienen que adaptarse a la realidad de vida de millones de personas en alto riesgo. ¡En otras palabras, el concepto insípido de solidaridad profunda es insuficiente para el latino por su falta de sazón y sofrito!
Es desde esta necesidad Latina de mejorar la conceptualización del pecado social, para que el problema del mal abarque nuestras perspectivas de neocolonización, que la sazón nace. Es ahí donde podemos dar sabor latino a las doctrinas bíblicas opresoras que heredamos. No solo para poder reflejar más nuestra praxis, sino también para combinar con gusto estos aparentemente diferentes principios teológicos (solidaridad profunda y la estética de los pies) que dan vida al concepto que aquí ofrecemos: Caminando Juntos (caminado en justicia).
Caminando juntos es la contextualización latina de una nueva mirada a las doctrinas bíblicas de base desde la perspectiva de la realidad en que viven millones de personas. Personas que son frágiles, imperfectas, que viven dentro de sistemas opresores que les siguen separando del amor y la justica de Dios. Caminado juntos no solo representa la solidaridad con el más pequeño (Mateo 25), sino también representa el movimiento de hacer todo lo posible por cambiar esa realidad. Caminando juntos es sentir con el oprimido y movernos a la acción de gracia liberadora que nos tocó en donde quiera que estemos.
En nuestros pies como Latinos/as hay tres poderosas imágenes que son recapturadas en nuestro concepto caminando juntos. Primero, en los pies se puede ver los callos, las heridas y las marcas de la opresión del pueblo latino. Segundo, en nuestros pies se representa la movilidad del pueblo latino en constante búsqueda de justicia. Tercero, es en nuestros pies (literalmente) que podemos pararnos firmes en contra de la maldad que oprime a nuestros pueblos tanto en lo individual como en lo colectivo.
En la práctica pastoral, la atención a los pies del oprimido nos lleva a reconocer tanto su humanidad como su subjetividad. En la realidad latina, el concepto caminando juntos (caminando hacia la justicia y amor) nos lleva a ver estos temas de reflexión ética desde una nueva perspectiva: la perspectiva del oprimido.
Esta página virtual está dedicada a esas dinámicas de reconceptualización de la religión institucional, para traer mejores respuestas éticas a las problemáticas globales que enfrentamos como pueblo de Dios hoy día.
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1- Pablo Oviedo. Un mundo globalizado y fragmentado es mi parroquia. Desafíos ecuménicos y políticos a nuestra teología wesleyana. https://oimts.files.wordpress.com/2013/09/2013-3-oviedo-spanish.pdf. Accesado June 1st, 2019.
2-Derek R. Nelson. What’s Wrong with Sin: Sin in Individual and Social Perspective from Schleiermacher to Theologies of Liberation. (London: Bloomsbury Publishing PLC. 2009), 81. Accessed March 26, 2019. ProQuest Ebook Central.
3-Joerg Rieger, No Religion But Social Religion. Liberating Wesleyan Theology. (GBHEM Publishing, 2018), 17
4-Gustavo Gutiérrez, Teología de la Liberación. (Lima, Perú: Perspectivas, 1971)
La realidad de nuestros pueblos vistos como una individualidad, es la visión más poderosa del amor al prójimo! Si lo recontextualizamos como sugieres con esa poderosa arma del amor, caminar juntos será la sanacion del alma! Mucho camino para andar, no crees?
Milagros, gracias por tu comentario tan detallado. Es muy cierto lo que dices, si trabajamos en esto en conjunto, será de mucha sanación, no solo para el alma, pero también para muchas personas oprimidas hoy día. La idea es tomar este concepto y tratar de vivirlo lo mejor que podamos en todas las áreas de nuestras vidas. ¡Gracias por tu comentario y aporte a la conversación!!!