Los profetas que claman por la Tierra

 In Caminando en Justicia, Ecología, Liberación e Historia, Teología y Cultura

Los profetas en el antiguo testamento eran usados por Dios para levantar su voz en contra de las injusticias que cometían las autoridades, los reyes en turno, los líderes religiosos y cualquiera que de alguna forma tenía la capacidad de influir en otros o estaba en una posición de poder. El profeta bíblico tiene ciertas características: recibe un llamado específico, se convierte en la consciencia de la acción de Dios en la historia; implica la valiente confrontación a reyes, sacerdotes o pueblos; el uso de medios simbólicos; y el ejercicio de una función intercesora o sacerdotal ante Dios.[1]

Con el tiempo, y más específicamente en las últimas décadas, el concepto del profetismo ha ido cambiando, al punto que hoy por hoy se considera profeta a aquel o aquella que te da un mensaje muy personal y privado de parte de Dios, que muchas veces tiene que ver con el desenlace del futuro. No entraré en detalles sobre la polémica evolución del significado de esta actividad, basta decir que a mí parecer, hoy estamos presenciando el despertar de voces proféticas que con inmensa valentía están alzando su voz en contra de las injusticias cometidas por los gobernantes y las personas en autoridad, para dar un mensaje poderoso y contundente.

Me refiero al ejemplo de Greta Thunberg, esta valiente jovencita de tan solo 16 años que con pasión, inteligencia y congruencia ha despertado un movimiento que difícilmente se va a detener, un movimiento por la vida de nuestro mundo. Algunos podrán decir, pero ella no es cristiana, ¿por qué considerarla profeta de nuestro tiempo? Bien, como se mencionó en la parte superior, una de las características de los profetas es “ser la consciencia de la acción de Dios en la historia”, y esta joven está logrando justamente eso. Ella está manifestando algo que está en el corazón de Dios y es el amor por su creación. La segunda característica es la confrontación con las figuras que están en autoridad, y vaya que ella ha tenido varias. Ha sido muy valiente al pararse delante de jefes de estado, de gobierno, embajadores y cónsules para decir “¿Cómo se atreven?”. ¿Serán estas dos características suficientes para considerarla una profeta de nuestros días? Me parece que sí, y más porque el pueblo de Dios ha decidido mantenerse indiferente y en silencio ante la devastación de nuestro mundo.

La gran pregunta es ¿por qué? ¿En qué punto nos perdimos y dejamos de interesarnos por la maravillosa creación de Dios? ¿En qué momento renunciamos a nuestra mayordomía? ¿En qué momento consideramos que ese tema no era digno de tratarse desde el púlpito, o que no merecía nuestra energía? En realidad no lo sé, lo que sé es que hay una tremenda falta de consciencia respecto a nuestro consumo, producción de basura, cultura de reciclaje, ahorro y austeridad. Basta con asomarnos a alguno de los convivios de la mayoría de las iglesias en América Latina para encontrar bolsas y bolsas llenas de platos, vasos y cubiertos desechables; basta con asistir por un año a cualquier comunidad de fe, para darnos cuenta que en la inmensa mayoría no se predica sobre el tema; basta con observar las actividades que se planean y ejecutan para constatar que en casi ninguna se realizan campañas de reciclaje de basura, generación de compostas a partir de desechos orgánicos y plantación de árboles, por mencionar algunas.

Greta lo ha dicho así: “Estamos a las puertas de una extensión masiva, cada día se extinguen más de 200 especies”, y la iglesia no puede permanecer ciega, muda e inmóvil ante esta situación.

Si nos basamos en el texto de Génesis 1 en donde encontramos el mito de la creación, vamos a observar que todo cuanto Dios creó fue bueno/bello, se proyecta toda la creación como fruto de la voluntad de un Dios amoroso, justo, pacífico y bueno. Este Dios tuvo la voluntad de transformar el caos que prevalecía, y a diferencia de las divinidades babilónicas, creó un espacio favorable para las relaciones saludables entre todos los componentes de su creación.[2]

El cristianismo posee razones propias para fundamentar un comportamiento ecológicamente responsable y salvífico. Dios transportó la creación del caos al cosmos, colocó al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara (que significa cuidar y favorecer el crecimiento) y guardara (que significa proteger y asegurar la continuidad de los recursos), para garantizar un desarrollo sostenible.[3]

Hay un concepto hebreo-bíblico que me llena el corazón y es el concepto del “Shalom”. Este se traduce como la paz, pero engloba una visión holística del ser humano la cual es unísola, es decir, un solo ser en relación con la naturaleza a través de la creación.[4] Este concepto implica tener paz con Dios, paz con uno mismo, paz para con el prójimo y paz con el ambiente que nos rodea. Va más allá del bienestar personal, implica el bienestar de todas las relaciones del ser humano.

No fuimos creados para devastar o para extraer hasta el último de los recursos de los suelos, fuimos creados para garantizar la vida y la correcta relación entre todos los componentes creados, en esto radica nuestra mayordomía, y es tiempo de que este tema se convierta en una prioridad.

Existen muchas formas en las que podemos comenzar y aquí te aportamos algunas muy prácticas:

  • No más desechables en las reuniones de convivencia, promovamos que cada familia o persona lleve sus propios platos y cubiertos. No produzcamos basura innecesaria.
  • Promovamos espacios en donde se nos enseñe a reciclar basura orgánica e inorgánica.
  • Realicemos campañas de plantación de árboles.
  • Procuremos un consumos moderado y consciente del agua.
  • Cuidemos la producción de basura cuando se trate de montar escenografías y decoraciones. A veces menos, es más.
  • Promovamos el minimalismo y la austeridad, no más “shopping” innecesario.
  • Incluyamos en los sermones y charlas que compartimos, el tema del cuidado de nuestro medio ambiente.

Que un sentido de urgencia por la protección de nuestro mundo nos inunde y nos mueva a actuar y convertirnos en voces proféticas, y en manos que se adhieren a movimientos que luchan por el bienestar de la gente y de nuestro mundo.

“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;” Ro 8:22

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[1] Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia. (Editorial Caribe. Estados Unidos, 1998). Profetas, 925.

[2] Guillermo Ramírez-Muñoz. De Génesis a Deuteronomio. (Ugsburg Fortress, Mineapolis, 2009), 25-27

[3] Ibid, 28

[4] Walter Eichrodt, Teología del Antiguo Testamento (Madrid: Cristiandad, 1975), 154

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Showing 2 comments
  • pablo

    Excelente Fer y contundente como siempre. Gracias por la brevedad e ir al hueso sin titubeos. Me encantó y te la voy a robar para predicar sobre esto , gracias.
    Te paso una nota de ayer que valora la acción de Greta y la problematiza un poco… para cuando puedas leerla abrazos
    https://www.pagina12.com.ar/220725-quien-esta-detras-de-greta-thunberg?cx_testId=3&cx_testVariant=cx_1&cx_artPos=0#cxrecs_s

  • Santos A. O'Neill

    Fer, gracias por compartir tu pensar con nosotrxs. Me gusto mucho como describistes el significado de ser profeta y como el profetismo ha tomado un curso diferente. Tienes mucha razón cuando dices que, “estamos presenciando el despertar de voces proféticas que con inmensa valentía están alzando su voz en contra de las injusticias cometidas por los gobernantes y las personas en autoridad, para dar un mensaje poderoso y contundente”. Desafortunadamente, considero que estas voces proféticas no vienen de la Iglesia. Opino que la Iglesia ha estado desinteresada en actos de injusticia relacionados con nuestro consumo, producción de basura, y cultura de reciclaje. La mayoría se enfoca en lo individual y relacional. Tenemos que tener un acercamiento del ser humano holístico y como teólogos, pastores, y ministros preocuparnos no solamente por lo espiritual, pero por lo físico y mental.

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