Antropología Teológica Latina

 In Liberación e Historia, Teología y Cultura

Las prácticas piadosas eran tradicionales en América Latina mucho antes de que llegaran los viajes europeos. Las ruinas antiguas hablan de estos rituales y del grado de devoción que lxs nativxs tenían hacia el reino espiritual. En la cultura de los aztecas por ejemplo, la creencia de que el tiempo podría terminar, da una idea de la seriedad con que lxs mesoamericanxs veían su vida religiosa: si los humanos o lxs diosxs no cumplían sus funciones con fidelidad y precisión, la luz del día sería devorada y el mundo dejaría de existir.[1]

La introducción de Cristo a lxs mesoamericanxs y la forma en la que se llevó a cabo, junto con sus efectos antropológicos, es el centro de este trabajo de investigación.

El primer encuentro teológico entre Europa y lxs nativxs, se dio en una forma de imperialismo salvífico ambiguo, y fue horrible, sin embargo, es importante sintetizar y ser capaz de comprender cómo tales eventos históricos influyeron en la teología latina.

Oro, Dios y Gloria fueron la marca registrada de los europeos durante su explotación a América Latina. Prefiero usar la palabra explotación en lugar de exploración para describir ese período, porque aparte de aprender y estudiar el territorio desconocido, los europeos abusaron y maltrataron a lxs nativxs, para aprovechar al máximo sus recursos. Muchos de estos exploradores querían hacerse ricos. Portugal y España fueron considerados potencias mundiales en el siglo XIII. El Tratado de Tordesillas trazó la línea de demarcación que divide el mundo en dos hemisferios, dando poder a Portugal en el este y control total a España en el oeste. Esto se hizo con la justificación y la motivación de la fe cristiana.

Thomas E. Skidmore y Peter H. Smith explican que muchxs misionerxs dedicadxs, esperaban salvar las almas de lxs nativxs paganxs. Los conquistadores tenían múltiples propósitos en mente: como dijo un conquistador: “Vinimos aquí para servir a Dios y al Rey, y también para enriquecernos”. Pero su motivo central parece haber sido el logro de un rango y riqueza nobles.[2] Quizás las intenciones teológicas de los europeos estaban allí, pero las acciones para llevarlas a cabo nunca ocurrieron; al menos no como se esperaba. Cortés vino violentamente y conquistó lo que deseaba. Si la evangelización de las tierras nativas era una de las principales razones de sus viajes, la violencia y la conquista no tendrían lugar. Skidmore y Smith describen que en tan solo dos años y medio, Cortés y su maltratado contingente español redujeron a escombros la magnífica capital azteca de Tenochtitlán, obligaron a eliminar al desanimado y desconcertado rey dios Moctezuma, y ​​aplastaron la resistencia final de las fuerzas lideradas por el valiente Cuauhtémoc.[3]

Es a través de estos encuentros que se presenta una cristología particular a una joven América Latina. Esta cristología fue impulsada por la inexacta noción de colonialismo y salvación. Este tipo de soteriología implica que la dominación colonial produce sus diversas víctimas y justifica sus acciones como sacrificio … Los héroes civilizadores transforman a sus víctimas en holocaustos de sacrificio salvífico.[4] Con este enfoque en su propia interpretación bíblica del texto, los colonizadores traían la salvación a sí mismos a través de su valiente acto de enfrentar a lxs salvajes paganxs y matarlxs como símbolo de sacrificio y castigo. Esto sembró la idea de que solo aquellas partes de la cultura dominante son bendecidas por Dios, y aquellxs que pertenecen a una cultura no autoritativa están destituidos del plan de Dios.

Este tipo de audiencia cristiana europea, teorizó que para honrar a Dios era suficiente tener conciencia de la ley, pero no una conciencia del amor de Dios por la humanidad. Luis N. Rivera-Pagan señaló que en los años difíciles de las expediciones de Cristóbal Colón su objetivo no era hacer proselitismo a las comunidades nativas, sino proporcionar estabilidad política y prosperidad económica a la colonia, objetivos que ignoraron por completo.[5] Muchos de estos exploradores, como Hernán Cortés y Cristóbal Colón, tenían en mente agendas cívicas y prósperas mientras usaban simultáneamente la teología como escudo y lanza. En su búsqueda de colonialismo, se presentó una Imago Dei sin escrúpulos a lxs nativxs de Mesoamérica y el resto de América Latina.

Irónicamente, muchos exploradores cristianos europeos creían que no estaban haciendo nada malo. De hecho, creían exactamente lo contrario. Felipe Maia explica que la mentalidad colonial formada en la Europa del siglo XVI, el “descubrimiento” de las Américas tenía un doble significado: era la ocupación de una nueva tierra, su gente y recursos, pero también la ocupación de un nuevo tiempo, una época del Espíritu, el tiempo de salvación para todos los pueblos de la tierra.[6]

Lxs eruditxs latinxs que han dedicado sus carreras académicas a los estudios teológicos han distinguido a la antropología como una plataforma para construir su premisa. Michelle A. González destaca que la teología latina constructiva se basa en las voces teológicas históricas y contemporáneas, para elaborar una teología que tenga su base en la fe y la vida de las comunidades latinas.[7] Lxs teólogxs latinxs utilizan el contexto, la cultura y la praxis como punto de partida de reflexión. Aquí, en Caminando Juntos nos atrevemos a reflexionar y cuestionar mitos religiosos y culturales que en algún momento tomamos como absolutos. Y te retamos a que hagas lo mismo con las siguientes preguntas: ¿Cómo puede verse la toma de recursos que pertenecen a otra persona y el control de la vida de las personas como un acto de Dios? ¿Hasta qué punto podemos creer que lxs nativxs pensaron que estaba ocurriendo un eón divino real y que la salvación estaba tocando a sus puertas?

Luis N. Rivera Pagan tiene razón al decir en su libro Evangelización y Violencia, que la teología no solo “justificó” el colonialismo (como una herramienta de ayuda en la construcción de otra cosa) sino que la teología es parte del colonialismo y ambos están moldeados por el colonialismo.[8]

La antropología teológica ha iniciado una conversación que alienta a los académicos latinxs a liderar con el ejemplo. La combinación de estas dos disciplinas nos ha permitido determinar la definición de la realidad actual. Ahora es el momento de caminar juntos, reescribir la historia y continuar persiguiendo los horizontes que deberían explorarse.
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[1]  Gilbert M. Joseph and Timothy J. Henderson, eds. The Mexico Reader: History, Culture, Politics (Durham, North Carolina: Duke University Press, 2002) p. 57.

[2] Thomas E. Skidmore and Peter H. Smith, Modern Latin America (Oxford, England: Oxford University Press, 2005) p. 15.

[3] Skidmore and Smith, Modern Latin America, p.16.

[4]  Enrique Dussel, The Invention of the Americas: Eclipse of “the Other” and the Myth of Modernity, Translated by Michael D. Barber (New York: Continuum, 1995), p. 136-137.

[5] Luis N. Rivera-Pagan, Prophecy and Patriotism: A Tragic Dilemma (Dallas, Texas: Apuntes Press, 1992) p. 50.

[6] Felipe Maia, De-Colonizing Heaven: A De-colonial Reading of Columbus’ Colonial Soteriology (Dallas, Texas: Apuntes Press, 2011) p. 44.

[7] Michelle A. Gonzalez, In Our Own Voices:Latino/a Renditions of Theology, p. 71.

[8] Luis N. Rivera Pagan, Evangelizacion y Violencia: La Conquista de America, 2nd ed (San Juan, Puerto Rico: Editorial CEMI, 1991).

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Comments
  • Pablo Guillermo Oviedo

    Excelente Alex por hacernos reflexionar en esta misión europea a las Américas .Llena de conquista y se encubrimiento del.otro como dice Dussel. Gracias Alex por apostar a una relectura antropoteologica. Gracias!!!!

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